Linz (Austria), 5 sep (EFE).- ¿Es la inteligencia artificial (IA) una amenaza o una oportunidad? Esa es la pregunta que alimenta uno de los debates centrales de la edición de 2019 de Ars Electronica, el mayor festival de Europa dedicado al arte y la cultura digital, que se inaugura este jueves en la ciudad austríaca de Linz.
La IA, ciencia ficción hace apenas medio siglo, está hoy presente en nuestra vida cotidiana, desde aplicaciones móviles que se adelantan a los deseos de sus usuarios, hasta los asistentes de frenado en los vehículos que intervienen para evitar una colisión.
El festival de Linz -a unos 200 km al oeste de Viena- cumple 40 años convertido en un referente mundial, con la participación de más de 1.400 artistas, creadores y activistas de 45 países.
El lema de este año es «Out of the box. The midlife crisis of the digital revolution». La expresión en inglés «Out of the box» anima a pensar de forma independiente pero también, indican los organizadores, es una referencia a la caja de Pandora que se abrió con la revolución digital.
Y justo cuando llega a esa edad de crisis vital, Ars Electronica anima a hacer un alto en el camino para reflexionar sobre la encrucijada tecnológica y social en la que está sumido el mundo.
Para ello habrá más de quinientas propuestas como mesas redondas, exposiciones, conciertos, debates, instalaciones, proyecciones y conferencias en las que se animará a pensar sobre las consecuencias positivas y negativas de las últimas décadas de revolución digital.
«Hasta ahora, la transformación digital ha sido una digitalización del mundo industrial: lo que antes hacíamos sin ordenadores, ahora lo hacemos de forma digital, incluso nuestras vidas sociales. Pero ahora estamos comenzando a digitalizar nuestra toma de decisiones», expone Gerfried Stocker, director artístico del festival.
«Incluso si la realidad de una inteligencia artificial independiente aún está lejos en el futuro, hemos comenzado a dar independencia a los sistemas digitales y, de alguna manera, hemos pasado de la automatización a la autonomía», añade para exponer que el mundo se está adentrando en una nueva era casi sin darse cuenta.
Una evolución que plantea muchos interrogantes: ¿Cuánta autonomía hay que otorgarles a las máquinas? ¿Llegará el momento en el que la IA no sólo ayude a los humanos sino que los sustituya? ¿Qué nos define como humanos si nuestras tareas las puede asumir una máquina?
Los organizadores esperan que estos debates animen a los ciudadanos a participar más activamente en el diseño del modelo tecnológico futuro y que no se limiten a ser «consumidores pasivos», lo que, denuncian, ha llevado a «una economía de datos desenfrenada» dominada por grandes plataformas.
«Deberíamos aprovechar esta ocasión de crisis en la revolución digital para reformular nuestras preguntas sobre el futuro y concentrarnos no sólo en lo que la tecnología ofrece, sino en lo que deseamos hacer con ella», afirma Stocker.
Fiel al espíritu experimental de Ars Electronica, uno de los grandes eventos del festival es el concierto «Mahler Unfinished», en el que la orquesta Bruckner tocará el viernes una versión de la Décima sinfonía de Gustav Mahler (1860-1911) que el compositor no llegó a completar, y que ha sido terminada ahora usando IA.
Además del concierto habrá una coreografía entre la bailarina contemporánea Silke Grabinger y varios robots industriales.
Este recital está dentro de un ciclo de conciertos dedicados al uso de la IA en la música, con la idea de mezclar creatividad humana con la perfección técnica de las máquinas.
Otro evento vinculado al festival es un maratón informático, el «BR41N.IO Hackathon», para que decenas de programadores exploren y desarrollen interfaces entre cerebro y ordenador.
El jueves por la noche se entregarán los prestigiosos Goldene Nica -los premios del festival- en categorías como animación digital, inteligencia artificial, música electrónica y al mejor innovador con menos de 19 años.
Entre las rompedoras iniciativas artísticas premiadas se cuenta «ManicVR», un proyecto canadiense que permite observar el mundo desde la mente de una persona con trastorno bipolar, o «Labor», una instalación del estadounidense Paul Vanouse que recrea de forma artificial el olor de personas explotadas.
También se entregarán los premios STARTS, que la Comisión Europea y Ars Electronica dan a proyectos que destacan por su innovación.
Uno de los galardonados es el estudio barcelonés de arquitectura 300.000 Km/s, distinguido con el Gran Premio a la Colaboración innovadora entre tecnología y artes.
El jurado destaca que sus responsables, Mar Santamaria y Pablo Martínez, ofrecen una nueva forma de planificación urbana utilizando fuentes abiertas y macrodatos («open data» y «big data»), así como la participación ciudadana y la inteligencia artificial para crear modelos que garanticen la calidad de vida en las ciudades.
El jurado destaca que esta iniciativa revierte el desarrollo urbano, liderado por las grandes tecnológicas, por otro «democrático», que sitúa las necesidades de los ciudadanos en primer lugar para abordar desafíos como la gentrificación o el turismo de masas.
Por Luis Lidón