Dvur Kralove (R.Checa), 4 dic (EFE).- Una cooperativa fundada hace casi 90 años en el noreste de la República Checa produce de forma artesanal decoración navideña de cristal y resiste a la competencia asiática, que invade los mercados con una producción industrial mucho más barata pero de inferior calidad.
La empresa Vanocni Ozdoby (Decoración Navideña, en checo) da empleo a 120 trabajadoras, en su gran mayoría mujeres, que producen de forma artesanal unos 80.000 adornos para árboles de Navidad.
En el pasado, la cooperativa llegó a exportar hasta un 95 % de su producción, sobre todo a Estados Unidos, Canadá, Francia e Italia, pero ante la fuerte presión, sobre todo china, ha visto como este porcentaje baja cada vez más en dirección del 80 %, mientras que sus ventas al exterior van ahora sobre todo a Suiza y Austria.
La mayoría de las empleadas de Vanocni Ozdoby han pasado su vida laboral entera en esta manufactura, en la que han aprendido desde cero este oficio.
«Aprender a soplar (cristales) dura entre dos y cinco años», cuenta a Efe Regina Jácklová, la jefa de producción de la planta de Dvur Kralove, una de las dos explotaciones que tiene la cooperativa.
A partir de tubos de vidrio, las artesanas moldean el cristal al fuego, para luego soplar y lograr esferas de una precisión milimétrica.
Tras impregnarse, las decoraciones -bolas, campanas y todo tipo de figuras- pasan luego por un horno, en el que adquieren diversos efectos.
«Fabricamos 80.000 tipos de productos, lo que no tiene parangón en el mercado, con 600 tipos de gamas de color y cada gama en seis efectos, como porcelana, mate, metalizado o terciopelo», explica Ruzena Secka, la presidenta de la cooperativa.
«Logramos hacer todo de cristal, cualquier figura o animal», asegura y recuerda los populares pepinillos que cuelgan del árbol navideño en Norteamérica, por considerar que traen suerte, o las figuras pintadas en negro para el mercado holandés.
Una vez alcanzado el efecto requerido, los artículos se impregnan de nuevo a mano con pegamentos, y luego se espolvorean con diversos colores, hasta adquirir la textura definitiva.
Este proceso de producción no contiene automatización y exige grandes habilidades manuales, lo que hace que la empresa tenga problemas de encontrar nueva mano de obra entre los jóvenes, «que prefieren trabajar en una oficina», afirma Secka.
La cooperativa trata de sortear los obstáculos locales e internacionales para aprovechar las oportunidades del mundo globalizado en un sector tan específico como los adornos navideños de cristal, donde despunta la competencia china, que vende más o menos lo mismo, pero en plástico o cristal industrial.
Así, los asiáticos han logrado arrebatar a los checos gran parte del goloso mercado estadounidense.
«Los mercados extranjeros son los mismos que antes, pero en el pasado exportábamos a Estados Unidos por unos dos millones de euros, y hoy si les vendemos por 40.000 euros ya estamos contentos», reconoce Secka.
De un total de 1.500 trabajadores y 16 fábricas, todas en el norte y este de Bohemia, las cifras han bajado drásticamente en los últimos 20 años, pero esto no quita las ganas de trabajar a este colectivo.
Así las cosas, las mujeres de Bohemia logran mantener un precio inferior a los 1,8 euros (2 dólares) por bola navideña de cristal.
Aparte de la competencia china, otro problema es la mejora de las condiciones de trabajo en el país centroeuropeo, con una legislación cada vez más exigente en cuanto a seguridad laboral y salarios, y también han surgido competidores regionales, de la vecina Polonia y de la cercana Ucrania, con costes de mano de obra mucho más bajos.
Además de conseguir clientes en el exterior, el desafío de la cooperativa está ahora en apostar más por el mercado nacional, al que actualmente destina sólo el 13 % de su producción.
Otra estrategia pasa por convertir el producto artesanal en «una vivencia», con excursiones de colegios y visitas guiadas, cuenta Regina Jáklová, cuya familia ha estado vinculada a la cooperativa desde sus inicios en 1931.
Por Gustavo Monge