Se siente algo más que escalofríos con la noticia que se puede leer en estas páginas: en los primeros seis días de febrero se contabilizaron 429 asesinatos en México, un promedio de 71 diarios.
Y más nos asusta y nos preocupa porque Aguascalientes no está exento de estos sucesos, pues no hay semana que no se registre o alguna ejecución o algún homicidio.
Pero nada parece compararse con lo que ocurre con nuestro vecino Zacatecas, pues el sábado vivió una jornada de terror con casi 20 asesinatos en diferentes puntos del Estado; la particularidad de estos crímenes es que los cuerpos son exhibidos a plena luz del día en un claro mensaje de impunidad y, claro está, para infundir temor en la población… y vaya que lo logran.
Y ese mismo día Guanajuato reportó decenas de cadáveres localizados en una fosa clandestina, recordemos que en esa Entidad se ha vivido en los últimos tiempos una serie de asesinatos en los que la particularidad es que acribillan a familias enteras, no importándoles que haya mujeres y niños.
En Jalisco ayer encontraron el cuerpo de un adolescente que fue secuestrado en su propia casa, aunque el menor logró esconder a sus hermanitos en un baño, él no corrió con la misma suerte y fue asesinado en un evidente caso de confusión, pues los matones iban por otra persona, según se logró conocer.
Y en Aguascalientes un joven fue asesinado de una puñalada en el pecho durante una riña entre dos bandas rivales.
¿Y los ataques contra periodistas? Esos asesinatos de alto impacto han sucedido en las últimas semanas y en la mayoría de los casos los comunicadores ya habían sido amenazados, pero el Estado no les dio protección.
Por si fuera poco, ayer se registró otro asesinato político: fue ejecutado un presidente municipal de Michoacán.
Pero esto no es una sección policíaca, es sólo un recuento de la realidad que vive el país en cuestión de violencia.
Y según las estadísticas oficiales, en la gran mayoría de los casos está involucrada la delincuencia organizada, el narcotráfico o el consumo de drogas y sí lo creemos, pues sólo alguien con la mente confundida por el abuso de estupefacientes haría un festín de sangre como los ocurridos por decenas en lo que va del año.
Otro punto muy importante es que los criminales ya no perdonan a nadie, pues matan por parejo a hombres, mujeres y niños, cuando se sabía que a los menores no se les tocaba, ya que son víctimas inocentes de los problemas de los adultos, pero en muchísimos casos son los primeros en ser ejecutados, suponemos que en venganza contra la parentela.
Ahora bien, este baño de sangre nos debe preocupar… y ocupar, pero no sólo a la ciudadanía, sino a las autoridades competentes que son las que están obligadas a brindar seguridad a una población asustada por tantos asesinatos.