CIUDAD DE MÉXICO, octubre 12 (EL UNIVERSAL).- La creación de la mayoría de los álbumes exitosos en la historia de Pink Floyd cayeron en manos de Roger Waters tras la salida inminente de Syd Barret, un integrante esencial de la agrupación que abandonó la banda en 1968 y falleció en 2006, luego de que batallara con una condición mental de la que nunca se supo fehacientemente lo que la motivo, las sustancias alucinógenas o una presunta esquizofrenia.
Desde la salida de Barret, Roger Waters estuvo al frente de discos como «The Dark Side of the Moon» (1973), «Wish You Were Here» (1975), sin embargo, con el paso de los años los términos de la agrupación se conflictuaron, principalmente entre Waters y David Gilmour y Richard Wrigthm, guitarrista y teclista, respectivamente.
Con todo y la falta de acuerdos creativos, Waters y el resto de la banda siguió en pie con la nueva producción de uno de sus álbumes más críticos, y por lo tanto más representativos de su discografía, «Animals» (1977) y, más tarde, sorprendieron con la concepción de «The Wall» (1979), totalmente escrito y basado en la vida del entonces bajista de Pink Floyd.
Fue hasta el año 1977 que Waters, en medio de una presentación en Montreal, Canadá, propinó un escupitajo a un fanático que terminó por aguzar, no sólo el distanciamiento de los miembros de la banda, incluyendo en esta ocasión a Nick Mason, sino también al deterioro de la química de la banda frente al público.
En esa época, Waters también creó un performance donde se creaba un muro en sus presentaciones que dividía al público de los músicos, y este iba cayendo poco a poco conforme avanzaba la presentación.
Sin embargo, la idea además de ser costosa disgustaba a Gilmour y Wrigth, y en medio de las hostilidades producen juntos el último álbum con Roger Waters como bajista «The final cut», que además de no tener una gira promocional, presagiaba desde el título lo que vendría para la banda «El último corte».
Para 1985, Roger Waters da conocer un comunicado en el cual señalaba la disolución oficial de la banda, sin embargo Mason, Wrigthe, y Gilmour, desmintieron dicha información, situación que dio inicio a una batalla legal por la banda.
Waters siempre defendió que Pink Floyd nunca sería lo mismo sin él, debido a que todas las aportaciones creativas eran suyas. Pero el argumento no sólo quedó expuesto en lo legal, sino también en la generación de música de Pink Floyd sin la participación de Waters en el disco «A Momentary of reason» de (1987), tras dos años de disputa ante la ley.
Este fue el primer álbum tras la resolución que reconoció los derechos de Waters del álbum «The Wall» y permitió seguir a Mason, Guilmour y Wrigth utilizando el nombre original de la agrupación. Con ello dieron vida posteriormente a «The division bell» (1994), compuesto en su totalidad por Gilmour.