Al escribir estas líneas apenas se estaba haciendo el recuento de los daños de una tragedia más que viene a conmocionar al país entero: hubo anoche un ataque armado en la Presidencia Municipal de Guaymas, Sonora, lo que dejó un saldo de 3 muertos.
Lo particular de este ataque, en el que incluso hubo hasta la utilización de una granada, es el abierto reto de la delincuencia contra las autoridades, pues fue vulnerado un espacio público donde en ese momento se encontraba la alcaldesa, con un amplio despliegue policial y que además el lugar estaba a su máxima capacidad porque fue la sede de la marcha femenina en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
En resumidas cuentas: protestaban repudiando la violencia contra la mujer y fueron atacadas a balazos.
Lo que digan después las autoridades no quitará el pánico que vivieron anoche ese nutrido grupo de mujeres que protestaban pacíficamente contra la violencia a su género, pues lo único que queda claro es que la violencia está desatada en todo el país.
Lo que nos ocupa y preocupa a los aguascalentenses es precisamente la ola violenta que se sufre, en casa propia y en ajena, pues Zacatecas está que arde, ya lo sabemos, y hasta el primer mandatario y todo su Gabinete estuvieron en la vecina Entidad para tratar de contener a los malosos, lo que se antoja más que difícil, pues presidentes van y vienen, de todas las formaciones políticas y nadie, absolutamente nadie, ha tenido éxito en el combate a la violencia.
Hasta el gobernador, que recientemente culpó de la violencia a su homólogo zacatecano, pues ahora dice que no dijo lo que dijo, se muestra preocupado por el “efecto cucaracha”, ya que se supone que al apretar tuercas en Zacatecas, los maleantes correrán a otros Estados para huir de las autoridades, cosa que se ve casi imposible, pues los malosos ya están aquí.
Y si no cree que la delincuencia ya sentó sus reales en Aguascalientes, pues cucarachas o no, con las lacras que tenemos en casa basta y sobra, es negar una realidad que nos abruma día tras día, ya que cuando no es una ejecución es un asalto a cuentahabiente, abunda la delincuencia organizada y la desorganizada, en fin, no estamos exentos de la violencia que baña de sangre a todo el país, de frontera a frontera.
Nuestras autoridades siguen negando una realidad que nos aplasta, hay que ver datos duros: ejecuciones, feminicidios, homicidios, secuestros, extorsiones, asaltos, robos y, por si fuera poco, ocupamos los primeros lugares por la otra pandemia: los suicidios.
Las cosas están mal, pero ojalá que al poner un plan de ayuda para Zacatecas, no se mueva el avispero y todo mundo la lleve, pues ni cómo ayudar a la población cuando la máxima autoridad no reconoce la aplastante realidad.