El pasado sábado, México rebasó al Reino Unido para convertirse en el séptimo país del mundo con más casos de contagios de Covid-19, ya sólo detrás de Estados Unidos, Brasil, India, Perú y Chile, en tanto que es de esperarse que entre ayer y hoy supere a Italia en cuanto al conteo de decesos, lo que nos dejará en cuarta posición global del conteo de los efectos de la pandemia, por si alguien sigue dudando que las cosas en nuestro país están mal y pueden ir a peor, sobre todo si reparamos en la creciente movilidad.
Para no hablar de aquí, donde parece ya inútil llamar a la ciudadanía a asumir que hay riesgos y que es indispensable cuidarnos, hablemos de lo que sucedió la semana pasada en la Ciudad de México donde se reabrieron las plazas comerciales, antes de lo cual se vieron largas filas de personas pretendiendo ingresar, como si alguna urgencia inexplicable les moviera, lo que hace temer nuevos brotes de la enfermedad y obligará a que el miércoles se cierren varias colonias de la capital, principalmente en Xochimilco e Iztapalapa, principales focos de nuevos contagios.
Viendo venir la que se viene, el Gobierno Federal pretende lavarse las manos anticipadamente y si el viernes culpó a los gobernadores, el sábado señaló que si vienen rebrotes no se deben buscar culpables, todo en voz del vocero López-Gatell, que así viene a decir que las cosas empeorarán pero que nadie los puede culpar de nada, en lo que es otra vuelta de tuerca a la posición de la Administración.
A estas alturas quedó claro que los responsables de manejar la pandemia, cuyas posiciones pasadas pueden reunirse para ver la cantidad y calidad de absurdos y contradicciones, asumen que estamos ante una fuerza de la naturaleza a la que sólo podemos observar, de tal manera que la movilidad ira creciendo y la intervención ante los brotes será puntual y dependiendo de la voluntad de los gobernadores de las entidades y en algunos casos de las alcaldías correspondientes.
Lo único que sí podemos dar por un hecho es que suena de lo más improbable que el mes entrante, cuando seamos el tercer país con más fallecidos según las proyecciones, es que no habrá reanudación de clases presenciales, a menos que se cometa la supina irresponsabilidad de declarar que el semáforo es verde, aunque sea sólo para algunos territorios, de tal manera que se informa que en lugares como la CDMX las inscripciones a los colegios privados están en mínimos, pues los padres no quieren arriesgarse a gastar pequeñas fortunas por clases que no saben cuándo recibirán sus hijos, o que si recibirán de forma virtual no les merecen la pena, o no con las altas colegiaturas que pagaron hasta el ciclo pasado.
Habrá que esperar qué sucede en las siguientes semanas, para saber qué posición asumen las autoridades, aunque hasta ayer su posición es que cada uno haga lo que bien o mal pueda, aunque parece que si existe un mínimo consenso es el de que los escolares no reanuden clases presenciales hasta que sea seguro y lo cierto es que ahora lo es menos que en marzo, cuando se decidió que cerraran los planteles.