Monterrey (México), 24 ago (EFE).- El funeral de Celso Piña, fallecido de un infarto a los 66 años, es una fiesta de baile y música como a él le hubiese gustado, dijo este sábado a Efe su hermano Enrique en las exequias del «Rebelde del acordeón», que popularizó el vallenato en México, celebradas este sábado en su natal ciudad mexicana de Monterrey.
La despedida a Piña comenzó con el traslado de su cuerpo a la Basílica de Guadalupe de Monterrey, la iglesia católica más importante para los mexicanos en esta ciudad, donde se celebró una misa de cuerpo presente presidida por Heriberto Cavazos, el Obispo de Monterrey.
«Ahorita, el dolor que tenemos todos, también me da gusto porque aparte del dolor hay alegría, celebra la gente su música», aseguró Enrique al salir de la misa a la que asistieron miles de fanáticos que despidieron a Célso Piña con aplausos, porras y cantando su música.
«Célso es lo que siempre quería. Que no se aplatanaran (entristecerse) la gente, que siempre hubiera alegría, música y todo eso está ahora presente», agregó su hermano.
Al finalizar la misa, el grupo musical que encabezó Celso, «La Ronda Bogotá» interpretó el repertorio más famoso del músico, todas coreadas y aplaudidas por los miles de fánaticos que transformaron el atrio de la Basílica en una pista de baile.
El adiós al músico incluyó un recorrido del cuerpo por Colonia Independencia de Monterrey, un barrio donde Célso es muy popular y que terminó en el «Cerro de la Campana», una «favela» donde la familia Piña vivió durante 50 años.
Fue en el Cerro de la Campana donde el músico conoció la cumbia colombiana a principios de la década de los 70 del Siglo XX.
La familia Piña vivió en una humilde vivienda en la Calle Octava 1517 del Cerro de la Campana, después de que el lugar fue invadido por una migración de campesino de los estados de San Luis Potosí Zacatecas, centro del país, que huyeron de una severa sequía que afectó a esa región.
A principios de los setenta, el Cerro de las Campanas contaba con «sonideros», un sistema de bocinas conectadas a un tocadiscos que reproducía disco de música colombiana conocida como Vallenato que llegaron a Monterrey a través de los Estados Unidos.
En esa época Piña se quedó prendido por esa música y dijo: «Sí en disco se oye bonita, en vivo se oirá mejor y yo me voy a encargar de eso», recordó su hermano Enrique.
El joven Piña intentó reproducir en un pequeño acordeón el sonido de la cumbias: «Las reproducía hasta que los discos terminaron rayados», dijo su hermano.
La despedida del músico que encabezó la Ronda Bogotá terminó frente a su domicilio del Cerro de la Campana, donde ciento de fanáticos cantaron y bailaron su música.