El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció este martes una orden ejecutiva que restringirá el acceso al derecho al asilo en la frontera con México y acelerará las deportaciones ante la falta de apoyos legislativos tanto entre las filas demócratas como entre los republicanos.
La norma suscitó críticas dentro de su propio Partido Demócrata y entre sus más férreos oponentes republicanos, que la tacharon de medida de «amnistía» pese a que es una de las decisiones migratorias más duras de su mandato.
La orden, que entró en vigor de manera inmediata, permitirá a las autoridades estadounidenses deportar a quienes no superen unos estrictos estándares de asilo cuando se supere la cifra de 2.500 detenciones diarias en la frontera durante un promedio de siete días, algo que en base a las últimas cifras está por debajo del flujo de cruces diarios actual.
La mayoría de críticas llegaron de defensores de los inmigrantes que casi al unísono dijeron que la medida hace eco de las estrategias usadas por el expresidente republicano Donald Trump (2017-2021) para cerrar la frontera en 2018.
Biden intentó apartarse de las medidas tomadas por su antecesor en un discurso en la Casa Blanca, en el que intentó explicar que esta orden ejecutiva es una respuesta a la falta de consenso para una reforma migratoria en el Congreso y persigue solicitudes de asilo más ordenadas (a través de los puertos de entrada) y menos expuesta a las mafias de tráfico de personas.
«Nunca demonizaré a los inmigrantes. Nunca me referiré a ellos como un veneno en la sangre de nuestro país», dijo en referencia a Trump, quien ha declarado que están «envenenando la sangre del país», haciéndose eco de palabras usadas por Adolf Hitler.
«Nunca separaré a las familias de sus hijos en la frontera, nunca prohibiré la entrada al país a un grupo de personas por sus creencias religiosas», añadió Biden, en alusión a más políticas implementadas por Trump para separar familias en la frontera o vetar la entrada a EE.UU. de nacionales de países de mayoría musulmana.
Pero las declaraciones no han convencido incluso a aliados políticos como el senador por California Alex Padilla, quien hoy dijo en un comunicado que “al revivir la prohibición de asilo de Trump, el presidente Biden ha socavado los valores estadounidenses”.
El legislador demócrata agregó que la Administración ha abandonado las obligaciones del país «de brindar a las personas que huyen de la persecución, la violencia y el autoritarismo la oportunidad de buscar refugio en los Estados Unidos».
El rechazo a la orden también vino por parte de los más acérrimos oponentes de Biden y el expresidente y rival presidencial republicano aseguró que la medida es una «amnistía».
«Seamos claros: la orden ejecutiva de Joe Biden es una amnistía, no es para seguridad fronteriza», dijo en un comunicado Karoline Leavitt, secretaria nacional de prensa de la campaña de Trump.
Por su parte, Stephen Miller, el ideólogo de la política migratoria de la Administración Trump, manifestó este martes que los demócratas esconden “un nuevo DACA”, (un programa de Acción Diferida que otorga permisos de trabajo y protege de la deportación) y esconde una «invasión».
El exfuncionario republicano cree que en dos años los demócratas van a abogar por dar una amnistía a los solicitantes de asilo que han recibido un amparo provisional mientras se revisan sus casos.
“Ese es el plan, esto es DACA para los nuevos ilegales”, insistió varias veces Miller en una llamada con la prensa.
A las críticas se suma el anuncio de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU, en inglés) que dijo este martes que buscará tumbar en la corte la orden ejecutiva.
“Tenemos la intención de impugnar esta orden ante los tribunales. Era ilegal cuando Trump lo hizo, y no es menos ilegal ahora”, comentó Lee Gelernt, subdirector del Proyecto de Derechos de los Inmigrantes de la ACLU.
La orden de Biden llega a seis meses de las elecciones generales, en las que Biden aspira a ser reelegido para un segundo mandato.
La gestión de la migración se ha convertido en un tema central para los votantes, superando la economía y la inflación, según varias encuestas.