El expresidente brasileño Jair Bolsonaro congregó este sábado a miles de sus simpatizantes en São Paulo, donde volvió a atacar al juez de la Corte Suprema que lo investiga a él y a Elon Musk, en medio de la polémica por la suspensión de la red social X.
En vísperas de los comicios municipales, el líder ultraderechista también avivó el fantasma del fraude electoral en la Avenida Paulista, donde se reunieron al menos 40.000 personas, según los cálculos de un grupo de investigadores de la Universidad de São Paulo (USP).
Con esos datos, la asistencia fue considerablemente menor en comparación con la protesta del pasado 25 de febrero, que se celebró en un momento en que el cerco judicial se estrechaba contra el exgobernante (2019-2022).
Coincidiendo con el Día de la Independencia de Brasil, Bolsonaro llamó al Congreso a poner freno al juez Alexandre de Moraes, «ese dictador que hace más daño a Brasil que el propio (presidente) Luiz Inácio Lula da Silva», según dijo.
El bolsonarismo eleva el tono contra el Supremo
De Moraes, uno de los 11 magistrados del Supremo, es hoy el enemigo público número uno de la extrema derecha que encarna Bolsonaro y en la protesta de este sábado fue el blanco de todas las críticas.
En sus manos tiene varios procesos en los que Bolsonaro figura como investigado, entre ellos uno por supuestamente tramar un golpe de Estado contra Lula y otro por diseminar noticias falsas.
En esa última causa también está Musk. El dueño de X es sospechoso de «obstrucción a la Justicia», «organización criminal» e «incitación al crimen», después de incumplir varias órdenes judiciales que le obligaban a eliminar perfiles sospechosos de desinformar.
En la Paulista, el rostro del empresario sudafricano apareció estampado en varios carteles con proclamas contra De Moraes, sobre el que se vertieron calificativos como «criminal», «censor» y «dictador».
«Quieren censurar la verdad», exclamó Bolsonaro, que se quedó afónico al final de un accidentado discurso que comenzó exigiendo a la Policía que desconectara un equipo de sonido que le estaba molestando cerca del camión desde el que encabezó el acto.
Antes, el gobernador de São Paulo, Tarcísio de Freitas, apuntado como posible sucesor político de Bolsonaro, invitó a los presentes a «no dejar morir» la libertad.
«Estamos aquí para decir que no haya censura, ni bloqueo de redes sociales. Queremos pacificar este país», manifestó con tono moderado.
Más encendida fue la intervención del influyente pastor evangélico Silas Malafaia, quien financió la manifestación y acusó a De Moraes de «rasgar la Constitución».
«De Moraes tiene que ser destituido e ir a la cárcel», afirmó.
Otra de las reivindicaciones de Bolsonaro y sus aliados fue exigir al Congreso una amnistía para los condenados que, el 8 de enero de 2023, asaltaron las sedes de los tres poderes, en Brasilia, para incitar una intervención militar contra Lula.
«Suspender X es quitarnos nuestra libertad»
La manifestación transcurrió de forma pacífica, salvo algún incidente aislado, como el lanzamiento de huevos desde alguno de los apartamentos de la zona contra los bolsonaristas.
Los acólitos del exjefe de Estado se vistieron con los colores verde y amarillo, y se arroparon con banderas de Israel y Brasil, que se mezclaban con carteles en los que aparecían los presidentes de Argentina, Javier Milei, y El Salvador, Nayib Bukele, así como el exgobernante estadounidense Donald Trump.
Joana Popular, microemprendedora de 35 años, viajó 2.000 kilómetros desde el estado de Bahía, tradicional granero de votos de Lula, para unirse a la campaña bolsonarista contra el Supremo.
«Suspender X es quitarnos nuestra libertad. No podemos dejar que esto se alargue», afirmó a EFE esta antigua usuaria de la plataforma, bloqueada en Brasil desde el sábado pasado.
A pocos metros, Renato do Nascimento se define como «el Joker (El Guasón) de la derecha» ya que vino disfrazado como el villano de Batman.
«El Supremo está excediéndose mucho en sus poderes. Son unos activistas judiciales. Musk hace bien porque las órdenes ilegales no se cumplen», opinó este comerciante de 45 años.
Por su parte, Lula encabezó el desfile cívico-militar con motivo del Día de la Independencia, en Brasilia.
Hoy no pronunció ningún discurso político, pero en la víspera dio uno en red nacional en el que subrayó que su Gobierno será «siempre intolerante con cualquier persona, tenga la fortuna que tenga, que desafíe la legislación brasileña», en aparente alusión a Musk.