Un grupo de mujeres ha conseguido lo que las autoridades no han podido: encontrar decenas de muertos en fosas clandestinas.
Por lo pronto es en Sonora donde un grupo de madres de familia, desesperadas por la ausencia de sus hijos, han tomado la justicia en sus manos y con recursos propios van calle por calle, casa por casa o a donde les den el ‘pitazo’ para encontrar enterrados a sus seres queridos.
Nuestro país vive un flagelo en ese sentido, son miles los desaparecidos a lo largo y ancho de la república, y son hombres y mujeres sin importar edad ni condición social los que ya no han podido regresar a casa; en el mejor de los casos se fueron por voluntad propia, pero en el peor escenario fueron asesinados y tal vez tirados, incinerados o inhumados en cualquier parte.
Uno de los casos de desaparecidos más emblemáticos es el de los 43 normalistas de Ayotzinapa, ellos son un claro ejemplo de la indolencia e incapacidad de las autoridades, pero existen otros miles de hechos en los que el Estado no ha intervenido, entonces llegan al rescate principalmente miembros de la familia y logran lo que las autoridades no.
Y es cuando nuevamente sale a relucir la violencia, porque esos muertos de ¿dónde son?, ¿quién los mató?, ¿por qué?, ¿quién los sepultó? Sobra decir que esto es obra del crimen organizado, pues nadie en su sano juicio podría cometer semejantes atrocidades.
Por ejemplo, ayer Colima, Colima, y Nuevo Laredo, Tamaulipas, vivieron jornadas de terror, pues por la captura de dos pesados narcos ambas ciudades se vieron afectadas por sujetos que voltearon por los forros por donde pasaban, pues quemaron vehículos, tomaron casetas, incendiaron todo a su paso, incluso en la ciudad fronteriza atacaron el consulado de Estados Unidos.
Y mientras se desangra el país el Presidente se dedica a denostar a medio mundo, literal, porque volvió a arremeter contra parlamentarios europeos, a quienes en pocas palabras les dijo ‘metiches’ por dar su opinión sobre lo que ha ocurrido a últimas fechas en el gremio periodístico, que ése es otro cantar, pues un día critica a un comunicador, al día siguiente a otro, lo que le abre innecesarios frentes de batalla con varios sectores.
Y su discurso de ‘abrazos, no balazos’ es como una clara invitación a delinquir, porque saben que no habrá consecuencias, que es lo que últimamente ha pasado, baste recordar el ‘culiacanazo’ para ver que hay cosas que funcionan al revés.
Pues sí, México es un cementerio clandestino, pero mientras haya personas en busca de justicia seguirán encontrando los cuerpos de sus seres que fueron arrancados de su hogar, y que volverán, aunque sólo para ser despedidos para siempre; muchos otros ya no tendrán esa oportunidad.