Houston (TX), 30 ene (EFE News).- Una organización estadounidense sin ánimo de lucro que ofrece ayuda médica en zonas de conflicto asegura que el campamento de solicitantes de asilo en EE.UU. que aguardan en la ciudad mexicana de Matamoros está en peores condiciones que otros abiertos en lugares de riesgo como Irak.
Helen Perry, directora de operaciones de Global Response Management (GRM), organización que ha ofrecido ayuda médica a zonas de riesgo como Irak, Yemen y Bangladesh, denuncia que en este lugar malviven hacinados cerca de 3.000 personas en una de las «peores» situaciones que ha visto.
Perry, enfermera especializada en cuidados intensivos y quien fue voluntaria con la entidad no gubernamental en Mosul (Irak) en el 2017, explica a Efe que las condiciones del campamento son pobres, con «escasez» en «infraestructuras básicas que normalmente existirían en un campo de refugiados».
En el campamento, indica, no existe un «plan de seguridad» para los migrantes quienes «están literalmente a merced de cualquier cosa que pueda sucederles» dentro del campamento, ubicado a menos de 150 metros del cruce fronterizo con EE.UU. en el estado de Tamaulipas, uno de los más violentos del país y en donde hay amplia presencia de carteles.
La exenfermera del Ejército de EE.UU. compara la situación con Irak y Siria, en donde «no se puede entrar sin antes cumplir un debido proceso de registro». En cambio, en el campamento en Matamoros «no existe un control oficial, ni una gestión del campamento».
«Hace unas semanas entrevistamos a 50 familias para saber qué tan seguras se sienten dentro del campamento durante el día, y en una escala de 0 a 10, siendo 10 lo más seguro, el promedio fue de 1.5, luego preguntamos cómo perciben la seguridad en la noche y el promedio fue menos de 1», indica.
El campamento acoge en su mayoría a migrantes que llevan meses varados debido a la polémica medida del Gobierno de Donald Trump Protocolos de Protección Migratoria (MPP), que los obliga a permanecer en México hasta que tengan respuesta sobre su petición de asilo en EE.UU.
«Por un lado el gobierno de EE.UU. está creando este problema con el MPP y el Gobierno mexicano no está interesado en apoyar a las necesidades (de los migrantes), así que quedamos solo con lo que tenemos», señala Perry, quien trabaja todos los días en una clínica móvil que tiene GRM en la zona.
Según la Administración Trump, cerca de 60.000 indocumentados han sido enviados de regreso a México hasta que tengan respuesta sobre su petición de asilo gracias a MPP, del que este miércoles se cumplió un año de su entrada en vigencia.
«La poca colaboración de parte del Gobierno hace que nuestro trabajo sea definitivamente más difícil», lamenta Perry, quien dice que en este campamento enfrentan retos que no habían experimentado en otras zonas de riesgo.
«Necesitamos que CBP (Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU) nos colabore y confíe en nosotros cuando decimos que un paciente necesita cruzar para recibir atención médica en EE.UU.», sostiene.
Para ella es una situación «frustrante y desgarradora» el desconocer si los oficiales de CBP permitirán que un migrante en estado crítico sea admitido en el puerto internacional de la ciudad de Brownsville (Texas), donde usualmente deben esperar hasta cinco horas.
«Intentamos que el paciente pueda ser exento del MPP pero desafortunadamente los supervisores que toman las decisiones no tienen un entrenamiento médico y no siempre entienden las implicaciones de las condiciones de los pacientes», comenta Perry.
La responsable de este grupo de médicos y enfermeros voluntarios, quienes han atendido unas 1.000 personas al mes desde que iniciaron operaciones en Matamoros en octubre pasado, dice que enfrentan además problemas de salubridad.
En la actualidad, comenta, el campamento de 3.000 migrantes cuenta con solo 60 baños portátiles, pero aun así es una gran mejora en relación a los cinco que había hace unas semanas, y como ha sido un problema mantenerlos limpios muchas personas utilizan también las «áreas aledañas y el río Bravo».
Estas pobres condiciones higiénicas compromete la salud de los migrantes y «frecuentemente se registran casos de infecciones en la piel, los oídos y ojos».
«Hemos distribuido un sistema de filtración para tomar agua del río (Bravo) y que sirva para su consumo, pero estamos hablando de un campamento con casi 3.000 personas», señala Perry.
Un 50 % de los pacientes que atienden cada mes presentan infecciones respiratorias, desde ataques de asma severos hasta neumonía o bronquitis, mientras que un 25 % incluye complicaciones gastrointestinales y un 15 % son pacientes de alto riesgo con paro cardíaco, sepsis y quemaduras de tercer grado, apunta.
A pesar de estas condiciones, Perry, quien cuenta además con la ayuda de dos médicos cubanos mientras esperan ser citados por un juez de inmigración, dice que muchos de migrantes mantienen la esperanza de que EE.UU. termine con el MPP y les permita cruzar, «especialmente las personas que tienen niños».