Viena, 14 oct (EFE).- El Barroco revolucionó el arte en el XVII, llenó los rostros de expresividad y contorsionó los cuerpos. Sus grandes maestros, el pintor Caravaggio y el escultor Bernini, protagonizan una exposición en Viena que explora cómo cambiaron la propia percepción del ser humano.
La muestra del Museo de Historia del Arte de Viena -«Caravaggio & Bernini. El descubrimiento de las emociones»- reúne hasta el próximo 20 de enero a «las dos grandes estrellas del Barroco», según la directora de la pinacoteca, Sabine Haag.
En total se pueden admirar más de 70 piezas del barroco temprano en Roma, entre ellas 10 pinturas de Michelangelo Merisi, más conocido como Caravaggio (1571-1610), y 15 del escultor Gian Lorenzo Bernini (1598-1680).
La muestra explora cómo en la primera mitad del siglo XVII ambos genios abandonaron los cánones ideales renacentistas para crear un arte más realista, en el que el dramatismo, la vitalidad y la expresividad fueron los valores supremos.
De ahí el nombre de la exposición, «El descubrimiento de las emociones», porque «en el Barroco aparecen las emociones de forma cruda, Caravaggio sitúa a los santos en la tierra y los humaniza», explica uno de los comisarios de la exposición, Stefan Weppelmann.
«Eso generó una enorme fascinación en su época y atrajo a Roma a artistas de todas Europa atraídos por los descubrimientos del Barroco italiano», agrega.
«Caravaggio es -para la otra comisaria de la muestra, Gudrun Swoboda- «inventor de una nueva técnica pictórica, el claroscuro, en la que la expresividad del cuerpo humano alcanza cotas nunca vistas. Con cabezas decapitadas de las que todavía mana sangre y con la expresión de un sufrimiento realmente humano».
Caravaggio fue un rebelde y un artista maldito. Cambió la pintura con el claroscuro -luz sobre fondo negro- y empleó a prostitutas como modelo para algunas de sus vírgenes y a mendigos para sus figuras mitológicas y bíblicas.
Su agitada vida -llena también de claroscuros-, sus peleas, sus amantes y sus duelos, que le obligaron a huir de Roma después de matar a uno de sus contrincantes, lo convirtieron en un personaje muy conocido.
Bernini llevó una existencia más convencional, aunque fue igualmente revolucionario en los artístico y dejó un legado de esculturas y estatuas que han dejado una profunda huella en Roma.
Sin Caravaggio ni Bernini, la historia del arte hubiera sido muy diferente. Fueron dos de los artistas más influyentes de su tiempo y rompieron con casi todo lo establecido hasta entonces.
La intensa emoción de sus obras, su realismo y la profundidad psicológica con la que representan en sus obran los grandes temas bíblicos y mitológicos son rasgos comunes en ambos, pese a sus diferencias.
Entre las piezas más destacadas de la exposición se cuentan obras maestras de Caravaggio, como David con la cabeza de Goliat (1600), San Juan Bautista (1602), Narciso (1600) y Chico mordido por una lagartija (1598).
De Bernini se pueden admirar su Busto de Medusa (1640), el San Sebastián (1617) que refleja su martirio -prestado por el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid- y una miniatura de su Éxtasis de Santa Teresa de Ávila (1647).
Esta miniatura en terracota se encuentra en el Hermitage de San Petersburgo y es un estudio a escala de la monumental escultura de Bernini expuesta en la Iglesia de Santa María de la Victoria de Roma.
De Bernini la comisaria Swoboda destacó la «ligereza impropia» de sus esculturas «arrancadas al mármol», dotadas de un dramatismo y una expresividad que no se habían visto hasta entonces.
Entre los numerosos préstamos internacionales también se encuentran algunos nunca expuestos al público hasta la fecha, como un cuadro de la que probablemente es la pintora más conocida del siglo XVII: Artemisia Gentileschi.
Esta enigmática pintora fue la primera mujer en ser admitida en la Academia de las Artes de Florencia y en la muestra se puede contemplar su María Magdalena en Éxtasis.
Gentileschi fue una adelantada a su tiempo, llevó una vida independiente y logró un gran reconocimiento en su época. En su cuadro ofrece una visión personal y alejada de los clichés sobre la conversión al cristianismo de María Magdalena.
La muestra ofrece obras procedentes de colecciones privadas y museos, además de los citados, como el Metropolitan de Nueva York, El Louvre de París, la Galeria degli Uffizi de Florencia, el Rijksmuseum de Amsterdam o la Pinacoteca Vaticana.
La exposición ha sido preparada junto al Rijksmuseum, donde podrá verse a partir del próximo febrero de 2020.
Por Luis Lidón