«A diferencia de la solidaridad, que es horizontal y se ejerce de igual a igual, la caridad se practica de arriba-abajo, humilla a quien la recibe y jamás altera ni un poquito las relaciones de poder».
Eduardo Galeano
CUERNAVACA, MORELOS.- La solución de Andrés Manuel López Obrador a la crisis económica es la misma que promovía antes del desplome. Hay que repartir dinero a la gente. El suyo, finalmente, no es un Gobierno de izquierda, ni de derecha, sino asistencialista. «El presupuesto -afirmó este 3 de julio- es dinero del pueblo y se regresa lo más que se puede a la gente».
Por eso el Presidente piensa que vamos muy bien: «Hemos comenzado a promover la recuperación económica mediante el apoyo a los más pobres y a las pequeñas empresas y negocios». A las empresas les está dando créditos diminutos, a las personas becas, dádivas y subsidios. «Nosotros destinamos los apoyos para el bienestar empezando por la base de la pirámide social y de allí hacia su cúspide».
El plan para salir de la crisis es ampliar todavía más estos apoyos. «Antes de la crisis sanitaria, 18 millones de hogares, de un total de 32 millones, eran beneficiados de cuando menos uno de los programas sociales en curso; es decir, el 55 por ciento del total de familias. Ahora nos hemos propuesto, para finales de este año, llegar a 25 millones de hogares, el 70 por ciento del total del país».
La caridad compra votos. Llevar programas de asistencia al 70 por ciento de los hogares es una buena estrategia electoral. Una familia que recibe 2,500 o 5 mil pesos mensuales del Gobierno votará agradecida por el partido en el poder. La filosofía del Gobierno tiene una lógica electoral impecable. La lógica se cae, sin embargo, cuando el objetivo es reducir la pobreza. Para eso se necesita generar inversión, riqueza y empleos, y las dádivas no lo hacen.
Promover la generación de riqueza es un concepto «neoliberal» para López Obrador. Los pobres son para él como «animalitos» que no podrán nunca valerse por sí mismos. Los neoliberales, dijo el 29 de marzo de 2019, «pusieron de moda una frase, ‘Enseña a pescar, no regales el pez’. ¡Cuántas veces usaron eso! Claro que hay que enseñar a pescar, pero también la justicia es atender a la gente humilde, a la gente pobre. Esa es la función del Gobierno. Hasta los animalitos, que tienen sentimientos, ya está demostrado. Ni modo que se le diga a una mascota, ‘A ver, vete a buscar tu alimento’. Se les tiene que dar su alimento, sí, pero en la concepción neoliberal todo eso es paternalismo, populismo».
La caridad gubernamental, por otra parte, se está repartiendo sin padrones ni controles adecuados. Una auditoría interna de la Secretaría del Trabajo divulgada por Reforma ha revelado que el 55 por ciento de las empresas que funcionan como centros de capacitación en Jóvenes Construyendo el Futuro tienen irregularidades. Otros programas sociales carecen de padrones consultables de beneficiarios o reglas claras de operación.
La crisis económica de este 2020 amenaza con arrojar a 21 millones de mexicanos a la pobreza, según el Centro de Estudios Espinosa Yglesias. La solución para el Gobierno no es promover una mayor inversión y generación de riqueza y empleos, sino repartir más dinero. Pronto el 70 por ciento de las familias estarán afiliadas a programas sociales y el otro 30 por ciento trabajará para mantener este insolidario esquema de caridad. No quedarán muchos recursos para invertir y generar empleos productivos.
DOS O TRES VECES
México registraba hasta el 4 de julio 30,366 muertes por Covid, más que Francia o España; pero debido a que ha aplicado solo 4,925 pruebas por millón de habitantes, 23 veces menos que las 116,543 de España, se calcula que la cifra real es entre dos y tres veces superior, como han señalado el Wall Street Journal, el Financial Times y hasta el propio Hugo López-Gatell.