CIUDAD DE MÉXICO, mayo 6 (EL UNIVERSAL).-
El rey Carlos III compartió un dulce momento con su hijo mayor, el príncipe William (Guillermo), mientras llevaban a cabo la ceremonia de su coronación.
En la Abadía de Westminster, el príncipe de Gales, de 40 años, se arrodilló ante su padre y juró su lealtad como heredero al trono. Cuando William se inclinó para darle el acostumbrado beso en la mejilla, los espectadores notaron que Carlos, de 74 años, susurró conmovedoramente: «Gracias, William».
«Este fue realmente un momento hermoso», tuiteó un espectador. Otra persona declaró que el instante «absolutamente rompió [su] corazón».
En contraste, el príncipe Harry, que estaba sentado en la tercera fila, apenas miró a su padre y a su hermano durante el servicio del sábado por la mañana. Tampoco interactuó con ellos después de la ceremonia, porque subió a un automóvil con destino al aeropuerto de Heathrow, reportó el The New York Post.
«Parece que hicieron un pacto para evitar demasiado contacto visual»
The Mirror publicó que la experta en lenguaje corporal Judi James declaró que la pareja parecía haber hecho «un pacto para evitar demasiado contacto visual» para evitar que Carlos III se sintiera «abrumado por la emoción».
«Los dos parecían haber hecho un pacto para evitar demasiado contacto visual durante la ceremonia, posiblemente porque Carlos parecía en peligro de sentirse abrumado por la emoción en algunos momentos.
«Hubo una micro mirada cuando William se ató la capa y luego pudimos verlo mirando hacia otro lado mientras hacía su juramento, aunque hubo un momento después de eso cuando se encontraron brevemente con el contacto visual y recibimos una mirada de calidez y gratitud de Carlos a su hijo», mencionó la experta.
«Harry pareció levantar la cabeza y estirar el cuello para ver esta parte del servicio», agregó.
Harry, con medallas prendidas en la chaqueta de su traje, conversó con su prima, la princesa Beatrice, y su esposo, Edoardo Mapelli Mozzi, cuando entró a la Abadía de Westminster el sábado bajo la llovizna.
También asintió y sonrió a los invitados mientras caminaba por la nave de la abadía. Se entiende que el príncipe usó lo que se le pidió, que consistía en un traje oscuro y corbata, informó The Mirror.