Washington, 21 ago (EFEUSA).- Casi uno de cada tres migrantes que se dirigen a Estados Unidos ha experimentado violencia física, psicológica o sexual en su travesía por México, según un informe que publica hoy la revista científica PLoS ONE.
«Los migrantes están sujetos a un elevado nivel de violencia en su tránsito a Estados Unidos», dijo a Efe en una conversación telefónica uno de los autores del estudio, César Infante, del Instituto Nacional de Salud Pública mexicano.
Infante y sus colegas encuestaron entre 2009 y 2015 a 12.023 personas alojadas en Casas del Migrante en Tapachula (Chiapas), Ixtepec (Oaxaca), San Luis Potosí (en el estado homónimo), Saltillo (Coahuila) y un albergue exclusivo para mujeres en Tijuana (Baja California).
De esos migrantes consultados, el 81,9 % procedía de Honduras, El Salvador y Guatemala, el 12 % eran mexicanos y el resto (6,1 %) provenía de al menos otros 52 países.
El estudio encontró que, del total de participantes en este estudio, el 29,4 % afirmó que había sufrido algún tipo de violencia: casi el 24 % dijo haber experimentado violencia física, mientras que el 19,5% señaló que había sido psicológica y cerca del 2 %, sexual.
Los investigadores hallaron que los migrantes transgenéro, transexuales y travestis afrontaron una mayor carga de violencia en comparación con los heterosexuales; mientras que ese colectivo y las mujeres heterosexuales sufrieron con mayor prevalencia violencia sexual.
Infante señaló que las autoridades sanitarias mexicanas se han ocupado de encarar el abuso sexual, pero, subrayó, «el problema principal es que las mujeres o personas de diversa orientación o identidad sexual tienen miedo a hacer las denuncias o esperan que haya impunidad».
En el período cubierto por la investigación, la violencia afectó más frecuentemente a los migrantes de países centroamericanos (30,6 %) y de otros países (40 %), que a los migrantes mexicanos (20,5 %).
Infante explicó que «los migrantes proceden, prácticamente, de todo el mundo», al tiempo que destacó que «el país todavía no ha desarrollado un mecanismo de aceptación que disminuyan los daños que ya tienen estas personas desde que ingresan a México».
Los investigadores consideran que muchos incidentes no se denuncian porque las víctimas en Centroamérica y México han «normalizado la violencia» y porque muchos migrantes no confían lo suficiente en las autoridades como para revelar sus experiencias.
En el último año la corriente migratoria que atraviesa México ha cambiado con un mayor número de familias originarias de América Central y con la formación de caravanas con miles de personas.
«Al ser más visibles, las caravanas son menos propensas a la violencia pero generan otros problemas», destacó Infante.
En ese sentido, precisó que esas caravanas «pueden ser movidas por el crimen organizado»: Además, «se concentran en espacios que no son adecuados, donde no hay experiencia ni infraestructuras».
Infante puso el ejemplo de Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala, que supone la «puerta de entrada de América Central a México».
«La población allí está acostumbrada a la movilizad poblacional, con una dinámica comercial y familiar relacionada con la migración», añadió el experto, quien no obstante apuntó que «cuando llegan miles de personas en un corto período, se generan reacciones y hay residentes que se quejan porque (los inmigrantes) son sucios, o dejan basura, o incrementan el crimen».
El desplazamiento de una recién creada Guardia Nacional de México en la frontera sur de ese país «ha dificultado el ingreso, y ya no son tan frecuentes las noticias sobre nuevas caravanas o el asentamiento de miles de personas».