México, 28 jun (EFE).- Las terapias de conversión sexual continúan vigentes en México pese a su probada ineficacia y los grandes riesgos que entrañan para las personas del colectivo LGBT, quienes llegan a sentirse enfermos y padecer un peligroso proceso de despersonalización.
Este tipo de tratamientos, cuyo término más exacto es el de Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género (ECOSIG), engloban maltrato físico, privación de la libertad, violencia económica y hasta violaciones grupales con el pretexto de «curar» a gais, lesbianas o personas de su sexualidad o identidad de género.
Iván Tagle es el presidente de Yaaj, una asociación que lucha precisamente contra estas prácticas y ayuda a jóvenes a salir de ellas.
Cuando tenía 15 años, fue recluido por el Grupo de Apoyo San Agustín, donde durante tres días no pudo comer, dormir ni beber.
«Te despersonaliza, después de tres días sin dormir lo único que quieres es dormir y la única manera de lograrlo es haciendo lo que tu torturador quiere que hagas», detalló el joven a Efe en la semana en que se celebra el Orgullo LGBT en México.
De esta manera, los «pacientes» de estos centros dejan de ser quienes eran y «compran los engaños y prejuicios» hasta creerse personas enfermas que necesitan aceptación del grupo.
Desde 1990 la homosexualidad ya no figura en el catálogo de enfermedades mentales de la Organización Mundial de la Salud, tras múltiples protestas por parte de asociaciones y sociedad civil.
Durante dos años y medio Iván estuvo inmerso en esta agrupación y haciendo un tipo de activismo en el que trataba de ayudar a otros jóvenes que dudaban sobre su sexualidad animándolos a acudir a terapias para curarse. Él ya era «exgay».
Existen muchos tipos de terapias de conversión sexual entre las que el activista destacó las que sufren las mujeres lesbianas, que llegan a ser sometidas a violaciones consentidas por las familias para ver si manteniendo relaciones con un hombre «se les cura» su atracción por las mujeres.
Este tipo de tratamientos causan estragos en las mentes de los que las sufren, sobre todo porque la mayoría son adolescentes que están todavía formando su modo de pensar.
De acuerdo con un estudio de la Universidad de San Francisco, explicó Tagle, las secuelas de quienes experimentan estas prácticas incluyen un aumento en la posibilidad de tener depresión, riesgo de suicidio y hasta tres veces más probabilidades de tener relaciones sexuales de alto riesgo «a modo de suicidio más silencioso».
Asimismo, también afecta a la autoestima y genera barreras en el pleno desarrollo de la personalidad, «lo que genera desigualdad social (…) entre los jóvenes, que son las principales víctimas», detalló el activista.
Y es precisamente durante el proceso de desarrollo de secuelas cuando algunos de los «pacientes» son conscientes de que la sexualidad y la identidad de género no pueden cambiarse, solo reprimirse.
«La mayoría de los casos que salen de este espacio es porque tocan fondo. Se dan cuenta al fin de que hay muchas formas de vivirse homosexual como hay muchas formas de vivirse heterosexual», especificó Tagle, que hoy tiene 30 años.
Actualmente, aunque no existen cifras reales sobre la incidencia de este tipo de prácticas en México, sí se sabe que asociaciones como Yaaj reciben actualmente a muchos jóvenes en busca de orientación e incluso de su propia identidad.
No existen datos porque no hay cultura de la denuncia en un país en el que, según cifras aportadas por el activista, solo una de cada diez víctimas se atreve a denunciar.
Esto sucede porque la mayoría son niños que no pueden denunciar sin la aprobación de sus padres o que «han salido del armario» con su familia esperando que los acepten «y lo peor que pueden hacer es meterles una denuncia», comprendió Tagle.
Además, existe muy poca confianza en las autoridades ante su falta de efectividad. En México el nivel de impunidad en todo tipo de crímenes ronda el 95 %.
Asimismo, México es el segundo país de Latinoamérica con mayor número de crímenes hacia el colectivo LGBT, con mayor incidencia en mujeres trangénero, transexuales, travestis y lesbianas por el componente machista y patriarcal existente en el país.
Tagle aseguró que si bien existe un gran avance en cuanto a reconocimiento de la comunidad y múltiples leyes encaminadas a conseguir derechos para las personas LGBT, «el Estado de derecho es fallido y las leyes no se cumplen».
Ante la posición del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el activista dice haber comprendido que el Movimiento Regeneración Nacional (Morena, izquierda) es un partido plural «en el que también hay un ala muy conservadora» por lo que las asociaciones civiles tienen que monitorearlo «a cada instante».
Por su parte, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) presentó recientemente en la Ciudad de México la guía «Nada que curar», elaborada conjuntamente con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Yaaj, entre otros, y dirigida a orientar a profesionales de la salud mental con respecto al combate de los ECOSIG.
La guía contiene recursos basados en investigaciones sobre los efectos negativos de los ECOSIG y los efectos positivos de una terapia de aceptación y recoge desde definiciones de conceptos básicos de diversidad sexual hasta un código ético, pasando por el papel de las familias o la demostración de que estas terapias no son científicamente probables.