Aunque el Gobierno federal había anunciado que no habría aumento de impuestos para el siguiente año, en el caso específico de los cigarros, éstos tendrán un severo ajuste de acuerdo a la inflación.
En cristiano llano, sí subirán de precio.
Se supone que el incremento trataría de disuadir su consumo y tendría efectos positivos sobre el gasto destinado en salud al reducirse el riesgo de enfermedades provocadas por el tabaquismo, pero, ya se sabe que cuando se anuncian incrementos a la leche, a la canasta básica, al pan, a las tortillas, todo mundo se rasga las vestiduras, lo cual no sucede cuando se vaticinan alzas de precios en alcohol, cigarros, cervezas o refrescos, ahí sí nadie repela.
Y aunque se ha comprobado científicamente a través del tiempo que el tabaco, además de la adicción, causa severos problemas de salud ya conocidos, el más terrible de ellos el cáncer, no podemos dejar de mencionar el enfisema, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, bronquitis, problemas cardíacos, la caída de dientes, mal aliento, en fin, un rosario de padecimientos peligrosos pero evitables al cien por ciento.
Además, en esta crisis de salud que se vive a nivel mundial con el coronavirus, se ha comprobado que quienes llegan a contraer la infección y son fumadores su organismo se ve más comprometido y con alta posibilidad de desarrollar problemas más graves y que incluso pueden llevar a la muerte, porque ya tienen severamente dañados los pulmones y bronquios, pero ni aun así, como ya lo mencionamos, los adictos dejarán de fumar.
Aunque se repita sin cesar que “el uso de este producto es nocivo para la salud”, que se hacen campañas intensivas publicitarias para advertir del peligro, incluso en cada cajetilla vienen imágenes desgarradoras de los efectos devastadores que causa la nicotina en el organismo y que en la mayoría de los lugares públicos no se permite el consumo, o que hay áreas apartadas de la gente para los viciosos del humo, ni así la gente se va a alejar del vicio.
Esto viene siendo un problema cultural, porque en el pasado era “de caché” que hombres y mujeres llevaran un cigarrillo en los labios como símbolo de estatus, además de que el fumar, según los consumidores, es un apoyo emocional cuando las cosas van mal, o simplemente porque les gusta el sabor del tabaco.
Entonces, ya que las recomendaciones de salud no cuentan, a ver si esto sí asusta a los fumadores: ahora se pagarían más impuestos por cada presentación de 20 cigarrillos, a lo que se tributaría un gravamen de poco más del 68 por ciento, por lo que el precio de cada cajetilla pasaría de 58 a 82.8 pesos, y esta cantidad sí que pega fuerte en el bolsillo, esperemos que también en la razón.