Tarde o temprano iba a pasar: se dieron los primeros visos de una guerra intestina en el Partido Acción Nacional que compromete su futuro, a corto, aunque más a largo plazo.
El presidente local del partido, Gustavo Báez, para imponer su voluntad y la de su padrino político hizo todo lo contrario a lo que se comprometió cuando tomó las riendas locales de la organización política y por la libre intentó prolongar su estadía como dirigente estatal.
Esta decisión despertó la molestia de los propios panistas, quienes para pronto enviaron las pruebas de las anomalías al presidente nacional del PAN, Marko Cortés, quien esta misma semana tomaría decisiones que se presume pondrán freno a las ansias de perpetuarse de Báez.
Entre los correligionarios panistas hay quienes aseguran que quiere continuar en el poder para allanarle el camino al candidato del gobernador y así estar otro sexenio en la cúspide, pero esto se le puede revertir legalmente por los propios estatutos del partido que claramente fueron violados por quien prometió salvaguardarlos.
Gustavo Báez hizo alquimia y sus resultados le favorecieron, pero no contaba con que muchos panistas, la mayoría, no están de acuerdo con las formas, pues se prestarían a actos de ilegalidad, lo que los hundiría como partido, pero más ante los ojos de los ciudadanos.
Lo que intenta hacer el actual dirigente es una ilegalidad a todas luces, pero los propios panistas no lo permitirán, pues saben que una decisión de esta naturaleza podría fragmentar al partido.
Este asunto podría escalar y hacerse grande si no se le pone pronta solución, pues al romperse la fementida unidad del partido se anticipa que podrían perder las elecciones del próximo año, lo que abriría las puertas a otros partidos, como MORENA, que ya se sabe en qué terminó con la imposición de candidatos a puestos de elección popular, como la Alcaldía, y que fue un dolor de cabeza para el partido del presidente López Obrador.
A saber, actualmente hay un par de candidatos que podrían representar al PAN en las elecciones para gobernador, la alcaldesa Tere Jiménez Esquivel y el senador Juan Antonio Martín del Campo, y si ocurre un albazo, como el que Báez intenta hacer, se compromete la fementida unidad del partido y ya huele a que si se fracciona incluso podrían perder la oportunidad de oro de ganar las elecciones, pues si bien en la reciente jornada electoral los candidatos blanquiazules arrasaron, en la joya de la corona, las elecciones para gobernador, podrían verse desdibujados hasta el punto de perder una elección que ya sienten ganada.
La soberbia es contagiosa, cuidado, porque del plato a la boca se cae la sopa, y si se descuidan los panistas podrían no continuar en el poder, lo que significaría el ocaso para muchos de los que actualmente están en él.