Ayer se dio a conocer oficialmente que los Estados que tengan semáforo verde epidemiológico podrán regresar a clases en enero del ya cercano próximo año, y, aunque por el momento son sólo tres (Chiapas, Campeche y Veracruz), ello viene a ser tanto un motivo de preocupación, como de alivio.
De preocupación, porque al no tener controlada la pandemia del Covid tal vez se pondría en riesgo la salud de maestros, directivos y de los propios alumnos, porque para poder regresar dependería exclusivamente de que estén dadas las condiciones sanitarias, aunque evidentemente eso no evitaría un brote en algunos de los planteles escolares.
A pesar de que se asegura que el regreso será bajo todas las medidas de sanidad, como las ya conocidas del uso de cubrebocas, toma de temperatura, lavado frecuente de manos, uso de gel, tomar sana distancia y sanitización de espacios comunes, serán los padres de familia los responsables de enviar o no a sus hijos a los planteles.
También es motivo de alarma el saber cómo se van a controlar las posibles aglomeraciones a la entrada y salida del alumnado, cómo evitar que un niño, por su propia naturaleza, sepa cómo cuidarse y cómo comportarse con sus compañeros, y que se intercambien materiales y hasta algún alimento a la hora del recreo.
Pero otro lado, seguramente quienes más lo agradecerán serán los padres de familia desesperados porque la situación en la que nos metió la pandemia del coronavirus trastocó todas las rutinas ya establecidas, y pasaron, de un momento a otro, a ser maestros emergentes de sus hijos, ya que la nueva realidad así lo impone.
Se sabe de casos de madres y padres desesperados porque atienden tanto trabajo de “home office” así como las labores propias del hogar, quienes pasaron a ser, literalmente, maestros de tiempo completo, con la obligación, además, de revisar tareas y el fastidioso proceso de evidencias. Esto cansa a cualquiera.
Pero no son solamente los paterfamilias que le sufren con este asunto, pues seguramente así está la mayoría de los docentes que tuvieron, a querer o no, que actualizarse a las nuevas tecnologías para llevar la educación hasta los hogares.
Lo cierto es que esta enfermedad parece ser que llegó para quedarse, y aunque hay señales de que la vacuna será aplicada en tiempo y forma, no olvidemos que los niños no están considerados para esta inmunización por no ser un grupo de alto riesgo, aparentemente, rango en el que sí están los docentes, pero ya se verá.
Estos tiempos son definitivamente un antes y un después, pero que sin duda, con la participación de todos juntos, podremos lograr adaptarnos a esta nueva realidad que nos impuso la vida.