Con el regreso a clases virtual, en el que casi 300 mil niños volvieron de vacaciones invernales, se abre un reto para todos los involucrados: directivos, maestros, padres de familia, pero principalmente, los alumnos.
Y es que si bien para todos es un desafío enorme, los menores son los más perjudicados, pues de un día para otro les fue arrebatada su rutina, sus amigos, la convivencia con sus maestros, sus juegos, en fin, toda su normalidad.
Ahora, los escolares toman clases de manera virtual, la mayoría a través de los programas de televisión que implantó la Secretaría de Educación Pública y que dicho sea de paso por los propios padres de familia, dejan mucho qué desear, pero eso es lo que hay y se hace lo que se puede con lo que se tiene, y que la verdad, no está nada mal.
Aunque poco se ha hablado de los niños que desertaron del sistema escolar, pues agobiados los paterfamilias por las nuevas obligaciones es que muchos de ellos no pudieron continuar con esta nueva modalidad.
Éste es un tema que en su momento, que nadie sabe cuándo será, se cuantificarán los daños y perjuicios.
En las escuelas públicas, ya se sabe, hay un tiempo para mandar evidencias, pero aunado a este trabajo extra, los papás continúan con sus obligaciones diarias y algunos, si no es que la mayoría, se ven rebasados ante las nuevas exigencias.
En la mayoría de los colegios otras han sido las condiciones para sobrellevar esta inédita situación, donde los escolares tienen la oportunidad de conectarse diariamente en horarios similares a cuando iban a clases presenciales, con recesos incluso para la hora del lunch.
Esta modalidad también implica tiempo, dinero y esfuerzo de todo el núcleo familiar; tiempo porque la educación tiene su exigencia, sólo dedicando tiempo se podrá lograr el objetivo; dinero, porque no importa que no vayan a las aulas, los maestros siguen pidiendo materiales, aunque ello también disparó el consumo de energía eléctrica ya que al conectar la televisión u otros dispositivos inevitablemente la cuenta de electricidad se incrementó; y el esfuerzo, que es de todas las partes involucradas, éste es quizás el requisito más difícil de cumplir, pero pues es lo que hay por el momento, por lo que hay que adaptarse a la nueva modalidad.
Esta pandemia de salud si bien vino a cambiar toda la vida en cuanto a la manera en que la conocíamos, porque ahora se está con miedo, con precaución para no contagiarse, también nos ha dejado lecciones y una de ellas es la adaptación a la nueva normalidad, por lo que que estamos seguros que cosas buenas saldrán de esta experiencia.