Madrid, 3 jun (EFE).- A partir del sábado serán 30 las personas que podrán disfrutar del «Guernica» en el Museo Reina Sofía, y no las 90 que habitualmente pisaban esta sala, un descenso que hará que la calidad de la experiencia aumente en esta pinacoteca que afronta su reapertura con «gran optimismo» pero también con «preocupación».
Así lo ha expresado su director, Manuel Borja-Villel, durante una visita a un desconocido museo, porque si de por sí este antiguo hospital convertía en un suave eco las voces de sus visitantes, a falta de dos días para su reapertura el silencio es el que reina en la casa del «Guernica».
«Las visitas van a ganar, obviamente, en calidad. Los tres momentos de acumulación eran por los grupos escolares, que ahora no va a haber, por los turistas, que ahora tampoco; y las franjas gratuitas. Por eso este mes va a ser de prueba para ver cómo vamos a acomodar estos grupos sin que se produzca una aglomeración», ha informado Borja-Villel.
Según el director del museo, al «gran positivismo» con el que afrontan esta reapertura se le suma la «preocupación», porque la situación «es muy complicada y va a ser muy complicada».
Una preocupación que tiene «dos vertientes», una de cara al medio-largo plazo porque, según sus palabras, ahora se tiene que «reconsiderar» cómo estábamos viviendo una «cierta cultura demasiado extractiva donde no se cuidaba a los creadores».
Pero hay otra preocupación a corto plazo que es la de «¿cómo sobrevives?». «Todo el mundo -cuenta Borja-Villel- estamos pensando en cómo se puede hacer cultura de otro modo, pero en el corto plazo hay que sobrevivir. El pensar el futuro es el objetivo, y el inmediato es ver cómo van a empezar los ingresos propios que se frenaron».
«La fuente de ingresos más importante del museo, aparte de tickets y turistas, son tiendas y alquileres, y estamos viendo cómo lo podemos dinamizar», ha adelantado.
En esta nueva etapa, tras su cierre hace tres meses debido al coronavirus, el Museo Reina Sofía ha bajado el precio de su entrada de los 10 a los 5 euros (4 si se compra de manera anticipada), y el sábado y el domingo por la mañana la entrada será gratuita. Además de cerrar por descanso el martes, también lo hará el domingo por la tarde.
Pero los visitantes también se encontrarán con una nueva realidad, la de un circuito que fijará la dirección en la que se pueda ver (con un acceso para entrar y otro para salir), y la de un aforo máximo en cada sala, que será diferente depende de su tamaño (un 30 % de su capacidad).
En concreto, según el director de la pinacoteca estatal (con un presupuesto de 26 millones de euros/29 millones de dólares), en este recorrido los visitantes podrán visitar casi todas las salas del edificio Sabatini y se han incluido dos cuadros de Picasso, hasta ahora nunca expuestos, para intentar que este recorrido «tenga un sentido».
Dos lienzos que se suman a los espacios dedicados al Cubismo, Surrealismo, Oscar Domínguez, Buñuel, Miró, Julio González o a los que acogen la obra de Richard Serra y Juan Muñoz. También estarán abiertas las terrazas de Nouvel, donde en estos momentos se muestran trabajos de Cristina Iglesias, Calder o Miralda.
Por su parte, en el Retiro, en el Palacio de Velázquez, también quedará abierta la exposición temporal dedicada a Mario Mertz. Todavía tendrán que pasar algunos días para que el público pueda entrar en La Biblioteca y Centro de Documentación del Museo.
El museo también mantiene su jardín donde se puede ver la obra de Alejandra Riera, «una artista que está trabajando con la idea de los cuidados, eso que se ha puesto tan de moda».
Eso sí, si el visitante se cansa en este recorrido, que sepa que con las nuevas normas de distanciamiento, solo se podrán sentar dos personas en los bancos dispuestos en los pasillos que rodean al patio del que fuera el Hospital General de Madrid. Un lugar donde con la reducción del aforo a un tercio únicamente se permitirá la entrada a un máximo de 938 personas. Un número que para controlarlo ha sido necesario implantar un sistema automático que permitirá conocer en tiempo real las personas que hay dentro del edificio.
Entre los cambios que notarán también está el hecho de que se han eliminado las taquillas y las cafeterías no estarán abiertas hasta el 8 o 10 de junio, fecha que no han podido concretar. En los ascensores se podrá subir un máximo también de dos personas, y en los baños se tendrá que entrar de uno en uno para asegurar la limpieza.
Medidas de higiene que han obligado además a eliminar el uso del papel, y por el momento no están disponibles las audioguías, por lo que el visitante podrá acceder a la información a través de la web y a través de la descarga en los dispositivos móviles de «todo aquello que antes encontraba en los folletos».
Para mayor comodidad, todas las salas contarán con un lector Código QR para agilizar el proceso de consecución de la información y, cómo no, el museo también ha repartido por todo su espacio dispensadores de geles hidroalcohólicos, porque ahora no solo está prohibido tocar las obras de arte, sino también nuestras caras.
Por Pilar Martín.