En Aguascalientes no hay violencia contra las mujeres, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), dadas a conocer en su informe mensual sobre la incidencia delictiva contra las mujeres.
Supuestamente ninguna mujer fue víctima de lesiones dolosas, pero sí se registraron cinco feminicidios.
Pero obviamente dudamos de esas cifras, pues si algo abunda en estos tiempos es la creciente violencia contra ellas, violencia en todas sus expresiones: verbal, económica, sexual y, obviamente, la física.
Cuántos y cuántos casos no se registran a diario donde la mujer es víctima casi siempre de las agresiones de la pareja, aunque también las hay que son agredidas por otros parientes, e incluso por sus propios hijos.
Y no es que no haya violencia contra ellas, sino que tal vez estos actos no son denunciados en tiempo y forma por las razones de siempre: por vergüenza, por temor o por “amor”, porque sí, aunque usted no lo crea hay mujeres que piensan que el esposo/novio/amante va a cambiar por “amor” y que las maltratan porque las quieren. Nada más falso.
En Aguascalientes hay varias instituciones dedicadas al bienestar de la mujer donde se brinda apoyo psicológico, médico y jurídico a las víctimas de agresiones y a saber, abundan los pedidos de ayuda y asesoría de parte de féminas que sí se cansan de ser maltratadas.
Estas organizaciones pueden ayudar a “cambiar el chip” de la mujer maltratada, que requiere de valentía, fortaleza y una red de apoyo para modificar esta dinámica de ser víctimas pasivas, pero también requieren saber que no están solas, que siempre hay a quién recurrir.
También no perdamos en el radar que ellas no son las únicas víctimas de violencia, pues también hay varones que también son maltratados casi siempre por sus parejas. Hace no muchos años nos tocó presenciar la brutal paliza que le dio una mujer a su marido en la colonia Las Flores y si no es por la intervención de testigos, seguro que lo mata a escobazos.
Pero regresando al tema, la violencia contra ellas siempre ha existido, aunque en los últimos tiempos se ha hecho evidente porque no en pocos casos la golpiza termina en la cama de un hospital y en casos más extremos, en un ataúd.
Lamentablemente esta espiral de violencia continuará mientras ellas no se cansen de ser víctimas de agresiones de todo tipo, de parte de quien sea, mientras no cambien su mentalidad y sepan y se crean que no son merecedoras de vivir con miedo, con heridas y cicatrices en el alma y en el cuerpo, pues ni ellas ni nadie se lo merece.