El pasado viernes el Presidente de nuestro país firmó el decreto que ordena el regreso de militares y marinos a las calles, a cumplir tareas de seguridad pública, una vez que se reconoce que la Guardia Nacional no ha servido, por falta de elementos, recursos, capacitación, equipos y todos los etcétera que vengan, para contener la inseguridad, en el que es el inicio de año más violento de nuestra historia reciente y, suponemos, ante el temor de que la ruina de tantos sea un factor que eleve los niveles de criminalidad, ya intolerables.
El decreto, del que apenas se informó ayer, señala que los soldados y marinos estarán de nuevo tratando de contener la ola de violencia, con un plazo límite no superior a cinco años, para que en tanto la Guardia Nacional pueda nutrirse de efectivos, equiparse y desplegarse en el territorio nacional, lo que en los hechos es la contraorden para que las Fuerzas Armadas regresen a las calles como lo ordenó en su día Felipe Calderón y luego, tras 18 meses de indecisión, Enrique Peña Nieto.
Como el viernes estábamos con la novedad de las reprochables e injustas puyas del mandatario contra los médicos mexicanos, de las que ayer expresó estar arrepentido, y entretenidos con el aumento de casos positivos y fallecidos por COVID-19, tratando de encontrarle la cuadratura al círculo de la curva que se aplana pero no se aplana y la pandemia que está domada pero no está domada, el asunto no trascendió sino hasta ayer.
Y es que, como ya comentamos, es justo hasta estas fechas que el coronavirus de esta pesadilla que vivimos está causando más mortandad diaria entre los mexicanos que los asesinatos, lo que de cualquier manera no debe soslayar el hecho de que vivimos el arranque de año más violento y que en los primeros 16 meses del gobierno de AMLO los asesinatos, que superan los 40 mil al cierre de marzo, son superiores en 69 por ciento que los registrados en los primeros 16 meses del gobierno de EPN.
De hecho, hasta que tengamos los datos oficiales del pasado abril, los registros del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, nutridos de fuentes oficiales, marzo ha sido el mes más violento de nuestra historia reciente, con un registro de 2 mil 616 homicidios dolosos, léanse asesinatos, más 76 feminicidios, pues ahora esa contabilidad se lleva aparte, aunque en números cerrados 2 mil 692 mexicanos y mexicanas perdieron la vida en manos de otro en el mes citado.
Un dato, para adelantar qué nos depara la cifra de abril, que conoceremos en unos días, es que el 19 de abril pasado había sido el día más violento en cuanto a asesinatos se refiere, con 105 casos; un día después, el lunes 20, cuando el Presidente le pidió a los criminales 'ya bájenle', la marca de la víspera se rompió y se registraron 114 delitos, lo que explica la contraorden de la que nos enteramos ayer y que devuelve a las calles a nuestras Fuerzas Armadas.