Acapulco (México), 13 mar (EFE).- Solo con entrar, dos atentos asistentes se encargan de regalar un pequeño frasco de gel antibacterial que lleva impreso el logotipo del generoso banco que reparte este obsequio tan preciado. Estamos en la 83 Convención Bancaria de México, uno de los pocos grandes eventos que han sobrevivido al coronavirus.
No es el único suministro de gel dentro de la convención. A la entrada de salones y elevadores, hay dispensadores resguardados por personal del hotel, cuyos ojos se levantan por encima de las mascarillas para observar con incredulidad los apretones de manos e incluso efusivos abrazos que se reparten los banqueros en tiempos del coronavirus.
Cerca de 1.000 representantes del sector financiero, en su inmensa mayoría hombres, se han reunido durante dos días bajo las palmeras de Acapulco para estudiar los retos que afronta el sector.
El gran tema de la convención iba a ser la digitalización de la banca y nadie esperaba que las miradas fueran atraídas por algo tan poco digital como un gel o una mascarilla, pero el coronavirus se ha convertido en el gran protagonista.
La semana pasada, el presidente de la Asociación de Bancos Mexicanos (ABM), Luis Niño de Rivera, contaba a Efe que se estaba estudiando la situación para ver si se celebraría la convención. Finalmente, el evento ha seguido adelante incluyendo carteles que dan recomendaciones elementales como lavarse las manos recurrentemente.
En un país con solo 16 casos de COVID-16 confirmados oficialmente, todavía no ha cundido el pánico frente a la pandemia. Ni rastro de cubrebocas entre los banqueros de la convención ni entre las familias estadounidenses que se abrasan bajo el sol en este hotel enclavado en la playa.
Pero las distendidas guayaberas blancas de los convencionistas no esconden la cara de preocupación de los banqueros por las consecuencias económicas que irremediablemente tendrá esta crisis. De momento en México, el coronavirus es más una cuestión de bolsillo que de salud.
Allá afuera, se está desplomando las bolsa y el peso mexicano roza mínimos históricos. Estados Unidos y algunos países latinoamericanos están prohibiendo los vuelos de Europa. Y el dominó de cancelaciones de grandes eventos ha alcanzado México: se pospuso la feria turística de Mérida, que iba a concentrar a 9.000 personas de 46 países.
El Gobierno de México no ha tomado medidas drásticas y quiere mantener la normalidad. Por ello, el secretario mexicano de Hacienda, Arturo Herrera, está en la convención con un mensaje de tranquilidad: «Todavía estamos en fase 1 y por eso estamos aquí (en la convención)».
El Ejecutivo de Andrés Manuel López Obrador quiere evitar a toda costa tomar decisiones que golpeen la débil economía mexicana, como pasó en 2009 con la epidemia de la gripe A.
«Parte de los impactos económicos del AH1N1 no fueron necesariamente por la enfermedad, sino por las políticas que se adoptaron para enfrentar la enfermedad», cuenta Herrera a los banqueros.
La técnica de López Obrador de gritar «fuchi, fuchi guácala» (¡Qué asco! ¡Fuera!) para ahuyentar la corrupción no está claro que funcione contra el virus, por lo que los banqueros de la convención ya están tomando decisiones.
El presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Juan Pablo Graf, pidió a los bancos que se preparen para enviar a su personal a trabajar desde casa, mientras que el gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León, dice que la crisis afectará a la política monetaria del banco central.
Niño de Rivera, anfitrión del encuentro, es el único que sabe ver la parte positiva de todo esto. A sus 73 años, el exclavadista olímpico reconvertido en banquero ha visto muchas crisis sanitarias.
«Si China no puede enviar mercancía por su inactividad económica, eso nos da, como proveedor del mercado más grande del mundo, que es Estados Unidos y Canadá, la posibilidad de exportar productos que hasta ahora llegaban de otros países», sostiene.
Fuera de los salones, la temperatura supera los 30 grados. Pero ya no queda ni el consuelo de que el virus muere en las altas temperaturas. La Organización Mundial de la Salud lo ha desmentido.
Por cierto, también hay gel antibacterial en la sala de prensa donde trabajamos unos cien periodistas. Ironías del destino han querido que en la sala también se repartan cervezas de esa popular marca mexicana con un nombre similar al famoso virus.