Madrid, 13 dic (EFE).- Un ejército de limpiadores, personal de seguridad, camareros, técnicos y muchos otros trabajadores han hecho posible que la COP25 de Madrid, pese al poco tiempo disponible para su organización, haya sido un éxito y se haya convertido en la «cumbre de la tranquilidad» .
Ninguno de los trabajadores consultados por Efe ha podido identificarse debido a cuestiones laborales, pero todos han coincidido en lo mismo: la Cumbre del Clima se ha desarrollado con total normalidad, «sin incidentes».
El jefe de la empresa de seguridad Prosegur, Francisco Santamaría, en el recinto del centro de congresos madrileño Ifema, donde se celebra la conferencia, ha asegurado a Efe que la relación con los miembros de seguridad de la ONU «ha sido excelente» y todo ha transcurrido sin contratiempos.
Los «hombres de negro», como se conoce entre los periodistas a otro gran grupo de seguridad, han vigilado de forma permanente los puntos de acceso y todas las instalaciones del recinto, frenando en seco las intenciones de quienes pretendían «colarse» en alguno de los plenarios o en otros cubículos reservados a las autoridades.
Además, los asistentes a la COP25 han disfrutado de aperitivos y bebidas -gratuitos por cortesía de los pabellones-, un pequeño impulso para comenzar, continuar o concluir las largas jornadas de trabajo.
Y uno de los productos estrellas ha sido el café; desde el pabellón de España han comentado a Efe que debían rellenar la máquina «cada hora», debido a la gran demanda, a pesar de que no ha sido el único lugar donde se podía tomar un vaso con esta bebida.
En cuanto a la comida, diferentes empleados de los servicios de cafetería han subrayado el amplio consumo de productos sin carne y han señalado que «el pescado ha sido muy solicitado».
Un hecho corroborado por la «gran afluencia» para comprar bocadillos de calamares, típicos de Madrid y servidos junto a una pequeña bandera de España, en uno de los «food trucks’, donde los extranjeros repetían día tras día.
Para ser una cumbre del clima, sin embargo, desde los puestos de comida rápida -también muy concurridos- han destacado que los comensales «se llevaban las alitas de pollo de ocho en ocho», sin dejar atrás otros productos cárnicos como las hamburguesas.
EL RECICLAJE, LA ASIGNATURA DE PENDIENTES DE LOS ASISTENTES
Una de las condiciones de Naciones Unidas para la organización del evento fue el uso de productos reciclables y la reducción del plástico, requisito que la restauración ha intentado seguir a rajatabla.
Aunque muchos asistentes a la cita no han cumplido el aspecto más básico de una cumbre contra el cambio climático: reciclar.
Sin embargo, gracias a los equipos de limpieza, los residuos generados durante la COP25 se han depositado correctamente en los respectivos cubos, ya que las trabajadoras han sido las encargadas de separar la basura porque «la gente aquí no recicla», han confesado varias limpiadoras a Efe, que han preferido mantener el anonimato.
Esto puede deberse, según una camarera, a que los colores del reciclaje «no siguen un patrón internacional» y las traducciones de los contenedores «no son correctas», por lo que los extranjeros han podido «confundirse».
Además, algunos países que no cuentan con un amplio programa de reciclaje.
Al servicio de soporte tecnológico han pedido ayuda por incidencias «más de 250 personas», que tenían problemas informáticos, equipos rotos o dañados, incluso falta de conexión, según han declarado de miembros del servicio a Efe.
AGUA PARA TODOS Y EN BOTELLAS REUTILIZABLES
Otro servicio ofrecido por la cumbre para todos los asistentes ha sido el agua gratuita, con «más de 130 fuentes» repartidas por los pabellones de congreso, para recargar las botellas reutilizables regaladas a los participantes o rellenar un vaso reciclable, los cuales han tenido que «reponer varias veces al día».
Por otro lado, la «zona verde», dedicada a la sociedad civil, no ha contado con una «visita masificada», ha destacado una voluntaria a Efe, pero los que han acudido «sabían a lo que venían» e interactuaban en las actividades.
Por lo general, los trabajadores se han sentido cómodos en la cumbre, excepto en el servicio de limpieza, quienes se han quejado de la «falta de educación» por parte de algunos asistentes hacia ellas mismas y su trabajo.
Y el personal que ha trabajo en esta cumbre también tiene su valoración sobre el posible resultado de este evento, no exenta de escepticismo: «Estas dos semanas no servirán de nada» o «esto es una pérdida de tiempo», han sido las frases más repetidas entre ellos.
Por Ana Laura Palacios