México, 12 dic (EFE).- La Corrida Guadalupana, séptima de la Temporada Grande en la Plaza México, transcurrió este jueves entre pitos y broncas por la falta de casta de los astados, las labores del mexicano Sergio Flores y del peruano Andrés Roca Rey y las decisiones del palco de autoridades.
Los toros de Begoña resultaron muy mansos y de desigual presentación.
El sexto mereció banderillas negras. Fue devuelto tras este tercio, contraviniendo con ello el reglamento. La oreja de Sergio Flores fue protestada por la mayoría de los 20.000 aficionados que acudieron a la Monumental.
El regreso del hierro de Begoña, tras 23 años ausente, acabó en escándalo con lanzamiento de almohadillas incluido.
El sexto de la corrida remató una tarde de mansedumbre, rehuyendo del encuentro con la puya en el tercio de varas con saltos. El juez decidió se le impusieran banderillas negras, decisión que tras dos intentos fallidos del subalterno sorpresivamente corrigió.
La bronca y lluvia de almohadillas del tendido motivó que el juez de plaza de nuevo solicitase el castigo ejemplar por mansedumbre.
El escándalo tornó en la mayor bronca de la Plaza México en años, cuando el toro fue devuelto a corrales tras el tercio de banderillas. Que el propietario del hierro sea Alberto Baillères empresario de la plaza, amplificó el enfado de los aficionados.
El único toro con algo de casta del festejo tocó en suerte al peruano Andrés Roca Rey.
La vuelta del matador tras su lesión dejó claro que está muy disminuido. No ligó ni una tanda y siempre corrió tres metros entre pase y pase. Muy agachado al citar y fuera de cacho. Fue pitado en sus dos faenas.
La oreja de Sergio Flores fue otro de los momentos álgidos de las protestas. Tras una labor despegada y sin estructura, en ambos toros fue superado, con un manso que se desplazaba, cuando por fin pareció meterlo en la muleta, el toro se le paró y en vez de tragar y mandar para finalizar el pase se alivió feamente con un pase por la espalda.
Mató degollando al toro en segundo intento. Solo afloraron algunos pañuelos y aun así el palco le dio una oreja protestada.
Flores interpretó su heterodoxa faena sin mando con un histrionismo grosero, como si se tratase de un gran triunfo, y la bronca fue monumental.
El tercer espada Luis David nada pudo hacer con el peor lote de la corrida.
La tarde dará mucho que hablar por lo acontecido, sumado al mal desarrollo de lo que va de Temporada Grande.