De nueva cuenta se suscitó un robo millonario en una residencia ubicada dentro de un coto residencial, y la nota por sí misma pasaría como una más en la sección policíaca del Diario, pero lo que llama la atención, es que es el tercer atraco que se comete en ese fraccionamiento en las últimas semanas, y en dos de los asaltos los botines fueron de sumas millonarias.
Lo que despierta suspicacias es que en este tipo de lugares “exclusivos” se cometan esta clase de delitos, y se dice que “exclusivos” porque el condómino paga una suma mes tras mes para asegurarse servicios básicos como agua, recolección de basura, jardinería y seguridad… lo que evidentemente es lo que menos hay en estos sitios.
También llama sobremanera la atención que la gente tenga a resguardo en su casa millonarias sumas, pues ello habla de que no se tiene confianza en las instituciones bancarias para depositar el dinero, ya que no se puede explicar que bajo un colchón se guarden hasta 4 millones de pesos.
Cierto es, que el dueño de la residencia hace en su casa lo que le viene en gana, pero en estos tiempos en que la sociedad vive una total degradación moral y de principios, donde abundan los delincuentes, desde los de “cuello blanco” hasta los poquiteros, y que lamentablemente “la ocasión hace al ladrón”, es que no se explica que se almacene tantísimo dinero dentro del hogar.
Y no puede descartarse una evidente complicidad y responsabilidad en estos fraccionamientos, pues no hay manera de que no se sepa quién o quiénes son los responsables de estos hurtos, pues si algo tienen estos cotos es personal de vigilancia que revisa, una a una, a las personas que ingresan a estos sitios.
Pero no todo el personal de vigilancia tendría que ser deshonesto, pues se supone que si están ahí es porque están capacitados para ejercer un control sobre quién entra y sale de los condominios; evidentemente la sospecha recae en los que llegan de visita o a realizar un servicio, pero ¿quién dice que no es otro condómino el ladrón?
Se sabe que en un exclusivo coto del norte citadino uno de los condóminos, que por cierto es el típico que no paga ninguna cuota por los servicios recibidos, se roba las bicicletas de los niños que habitan ahí, quienes por lo “seguro” del lugar dejan sus pequeñas “jacas de acero” en los jardines de sus residencias y que de la noche a la mañana desaparecen, y aunque todo el vecindario sabe quién es el responsable y de que hay videos de sus fechorías, nadie se ha atrevido a denunciarlo, pero pobre de él el día que los vecinos decidan unirse y le den su merecido.
Porque no se crea que todo es exclusividad, también en estos lugares hay pleitos entre vecinos, las típicas señoras que evidentemente no tienen qué hacer en sus casas y están de entrometidas en otras cosas, en fin, hay de todo, como en todas partes.
Lo que no se vale es que si el condómino paga por su seguridad, ésta no se vea reflejada sino que sea vulnerada de esta manera.