Nezahualcóyotl (México), 10 oct (EFE).- Como un animal que acecha a su presa desde el aire, el Coyote I es un helicóptero único en el área metropolitana de Ciudad de México usado por la policía para perseguir a delincuentes, rescatar personas e incluso dar mensajes a la población durante la pandemia.
«Casi una o dos veces a la semana tenemos persecuciones de sujetos que están en estado de ebriedad y que acaban de robar un vehículo o de gente que robó en una tienda comercial y hay una persecución», cuenta este sábado a Efe el comandante Carlos Diego Castro, jefe de la Unidad Aérea de la policía de Nezahualcóyotl, ciudad colindante con la capital mexicana.
Este día no ha sido una excepción y el Coyote I ha tenido que apoyar desde el aire una detención de la Guardia Nacional y la policía local de un vehículo conducido por sujetos que se hacían pasar por agentes ministeriales.
UN TRABAJO INDISPENSABLE
El municipio adquirió en 2004 este helicóptero ligero, customizado con el escudo de la corporación y los colores rojo y amarillo, para combatir la elevada incidencia delictiva de los suburbios de la capital.
«La unidad aérea en la actualidad es una necesidad, no es un lujo», sostiene contundente Castro, puesto que el helicóptero permite «cubrir espacios» donde no llegan las patrullas de la policía.
El Coyote I sobrevuela cada día la ciudad perteneciente, de 1,1 millones de habitantes, durante dos o tres horas en vuelos repartidos entre la mañana, la tarde y la noche, cuando se da «el mayor problema en cuestión delictiva», comenta el piloto.
Los patrullajes aéreos prestan una especial atención a los grandes mercados callejeros de la ciudad (conocidos como tianguis), los centros comerciales y los bancos «para prevenir robos a transeúntes, robos a comercios y robos a vehículos».
También se sobrevuelan las grandes avenidas de la ciudad y las 30 hectáreas del gigantesco vertedero al aire libre Neza III, que a diario recibe un millar de toneladas de desechos y centenares de recolectores de basura.
Pero no todo son vuelos de vigilancia. Y es que casi siempre el helicóptero reciba el aviso de la policía local o la Guardia Nacional solicitando apoyo en una detención.
«Normalmente, desde que salimos al vuelo de vigilancia, nos piden apoyos. Desde que despegamos, nos estamos reportando para que vean que estamos en el aire para que ante cualquier persecución o situación sospechosa, tengamos un desplazamiento más rápido», explica Castro.
APRENDER SOBRE LA MARCHA
Ya lleva 16 años pilotando el helicóptero de la policía, que se ha convertido en parte de su vida, pero cuando Castro, policía de formación, llegó a esta unidad, no sabía conducir una aeronave.
Cuenta que al adquirirse el Coyote I no había «un modelo a seguir», dado que es la única aeronave de este tipo en el céntrico Estado de México, por lo que el cuerpo policial fue aprendiendo sobre la marcha.
«Se vio la necesidad de tener personal de aquí para dirigir una operación más directa y no pedirlo a pilotos externos», explica. «La formación afortunadamente la tuve aquí», apostilla.
Ahora Castro sobrevuela sin problemas la ciudad con virajes muy ceñidos, velocidades de entre 80 y 100 kilómetros por hora y a una altura de solo 60 metros, dado que «un vuelo alto no serviría de mucho» para perseguir los objetivos.
Con el apoyo en cabina del capitán Néstor Landeros, otro piloto experimentado, y de un oficial en la parte trasera de la aeronave hace volar el Coyote I, bautizado así por Nezahualcóyotl, monarca mexica cuyo nombre significa «coyote en ayuno».
DE LA SEGURIDAD A LA PANDEMIA
Pero no todo son operativos policiales. Aunque el Coyote I fue adquirido por motivos de seguridad, su utilidad se ha probado con otro tipo de tareas.
Durante los primeros meses de la pandemia de COVID-19, que acumula más de 800.000 contagios y 83.000 muertos en el país con especial concentración en el área metropolitana de la capital, el megáfono del Coyote I lanzaba un mensaje a la población: «Quédate en casa».
«En las áreas comerciales donde la gente se aglomeraba a hacer sus compras era donde principales nos enfocábamos», recuerda.
Además, el Coyote I puede apoyar en emergencias médicas y rescates de personas, siendo los únicos operativos en los que suele aterrizar en medio de la ciudad.
Cuando reciben la alerta, la tripulación prende el motor del helicóptero en dos minutos para despegar desde su pequeño hangar, y en no más de tres minutos llega a cualquier punto de Nezahualcóyotl.
«Lo más satisfactorio que tenemos son los traslados aeromédicos. Cuando trasladamos personas, principalmente niños, es satisfactorio porque son situaciones graves, minutos de tensión para definir la vida o la muerte», confiesa Castro.