Bajo esa lógica paulina de que se confiesen los que pecan y que se limpien los que están sucios, el presidente AMLO se negaba a usar el cubrebocas, por más que varios de sus funcionarios se han contagiado con el coronavirus, muchos inmediatamente después de haberse reunido con él, una actitud negacionista en la que han incurrido, como no, mandatarios como Donald Trump y Jair Bolsonaro, al que incluso un juez le ordenó usar ese medio de protección y que ayer, luego de cuatro meses de negar la gravedad de la pandemia en su país, se confirmó que él mismo está contagiado.
Pero decíamos, AMLO se había negado a llevar el cubrebocas, sabemos que amparado por escapularios, por su fuerza moral y quizá hasta con las partículas mágicas de Olga Sánchez, hasta ayer en que, al abordar el vuelo comercial que lo trasladó a Washington, tuvo que cubrirse la nariz y boca con esa nueva prenda del atuendo humano.
Es cierto que no le quedaba de otra, pues las reglas para usar vuelos comerciales hacen obligatorio el uso del cubrebocas, pues ya estar en espacios confinados eleva los riesgos de contagio, y entendemos que la aerolínea le hubiera negado, o tendría que hacerlo, el acceso a la aeronave que lo llevó a la capital estadounidense, donde lo más seguro es que se le verá de nuevo con el rostro despejado, a menos que su anfitrión decida que en la reunión bilateral se impone su uso, asunto poco probable.
Mientras tanto, en el entendido de que ambos mandatarios hablarán de la pandemia y ambos asegurarán que la tienen controlada en sus países, lo cierto es que se encontrarán los jefes de Estado de dos países del ‘top cinco’ planetario de contagios, pues ambos han errado de bulto en el manejo de la crisis sanitaria y los datos dicen que si en México ésta se encuentra fuera de control, nuestros vecinos son los campeones mundiales en cuanto a la manera en que no se debería enfrentar la situación.
A menos que ambos tengan otros datos, que los tienen pero a su favor, el hecho es que Estados Unidos tenía ayer casi 3 millones de contagiados y 130 mil muertos, en tanto que México, hasta antes de los datos de ayer por la tarde 261 mil contagios (octavo lugar mundial) y 31 mil 119 muertos (quinto sitio) y a tres o cuatro jornadas de superar en decesos a Italia; si eso no es descontrol, pues entonces habrá que refundar el lenguaje.
Contamos esto porque, al negar de nuevo los hechos y los datos, aunque sean los suyos, por dudosos que nos resulten, el presidente se despidió antes de su viaje a EEUU, con otra filípica contra los medios, a los que de hecho nos acusó de ‘querer’ que la pandemia se le salga de control y casi de ser responsables de los contagios y los decesos, de tal manera que ya nos preocupó tal responsabilidad y aquí estamos quebrándonos los sesos para saber de cuántos infectados y cuantos fallecidos somos responsables, para luego atormentarnos la conciencia con la correspondiente culpa.