«La democracia moderna no está amenazada por ningún enemigo externo sino por sus males íntimos.»
Octavio Paz
Al final sólo cinco diputados votaron en contra de los nuevos consejeros del Instituto Nacional Electoral. La rebelión promovida por John Ackerman, que pedía que se descartaran las quintetas aprobadas por el comité técnico del que él mismo formó parte, simplemente se esfumó. Mario Delgado, coordinador de los diputados de Morena, hizo un buen trabajo político y logró 399 votos a favor con sólo cinco en contra (todos de Morena) y cinco abstenciones.
El proceso de selección fue muy distinto a los del pasado. Antes, los grupos políticos del Congreso buscaban personajes conocidos y les pedían convertirse en consejeros electorales, que eran aprobados por los partidos en un sistema de cuotas. Ahora los propios aspirantes presentaron sus solicitudes, las cuales fueron evaluadas por un consejo técnico que seleccionó a cuatro quintetas de las que los diputados eligieron a los cuatro consejeros finales.
El comité técnico estaba formado por personajes ampliamente respetados, como Diego Valadés, Blanca Heredia, Ana Laura Magaloni y Silvia Giorguli. La Comisión Nacional de Derechos Humanos, encabezada por Rosario Piedra Ibarra, nombró, sin embargo, a John Ackerman a este comité, a pesar de que ha sido un abierto activista político.
Ackerman acompañó el proceso de evaluación y votó por 18 de los 20 candidatos finales. Se inconformó, sin embargo, cuando se hizo evidente que su candidata, Diana Talavera, no quedaría en la última quinteta de mujeres, por lo que montó un incontinente berrinche. Pasó a descalificar todo el procedimiento y afirmó que un «bloque conservador» había vetado «a cualquier aspirante que ‘oliera’ a pueblo». Buscó conformar una alianza de diputados de Morena y el Partido del Trabajo que impidiera la votación por las quintetas seleccionadas por el comité, pero fracasó rotundamente.
El comportamiento de Ackerman ha reiterado que no se trata de una persona imparcial o siquiera equilibrada. No merecía estar en un comité de evaluación de candidatos a consejeros del INE. Al descalificar todo un proceso en el que participó casi hasta el final, y en el que votó a favor de 18 de los 20 candidatos seleccionados, revela además una actitud dolosa.
Al final tenemos a cuatro buenos consejeros. Es verdad que se ejercieron vetos políticos. Javier Aparicio, por ejemplo, obtuvo la mejor calificación en las evaluaciones, pero se le cuestionó por ser demasiado independiente del Gobierno Federal. Ackerman afirmó que Aparicio «no supo explicar por qué avaló el fraude electoral en el Estado de México en 2017», pero no hay ningún indicio de que haya habido un fraude en esa elección, ni de que el ex-consejero mexiquense haya actuado fuera de la ley. Al final, sin embargo, la mayoría de Morena no votó por Aparicio porque Ackerman había logrado ensuciar su imagen.
Los 20 integrantes de las quintetas, no obstante, tenían buenas trayectorias y garantías de imparcialidad. Los cuatro consejeros finales -Norma Irene de la Cruz, Carla Humphrey, José Martín Faz y Uuc-Kib Espadas- fueron seleccionados por los legisladores de Morena y se entiende: Morena tiene mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. El sistema garantizó, empero, que los nuevos consejeros fueran todos capaces y confiables. Es una buena noticia para una democracia que hemos construido con muchas dificultades desde que en 1994 se creó el primer IFE independiente.
La renuncia
AMLO aceptó finalmente la renuncia de Javier Jiménez Espriú como titular de la SCT, ya que el ingeniero rechazó la militarización de las aduanas. Lo reemplaza Jorge Arganis Díaz Leal, de 90 años, quien en 2019 entregó un contrato para Dos Bocas de casi 5 mil millones de pesos a una empresa holandesa, Van Oord, y a una socia mexicana, Grupo Huerta Madre, creada sólo unos días antes.
Twitter: @SergioSarmiento