Todo se espera cuando inicia un nuevo año, pero casi siempre se desea lo mejor, aunque cuando un año empieza tan agitado, todo puede suceder.
No llevamos ni una semana de este naciente año y ya estamos asustados: Covid, inseguridad, y la famosa cuesta de enero.
Apenas la gente se está medio reponiendo de las fiestas decembrinas, en donde como siempre se vio el despilfarro, a notar sobre todo porque parece que urgía gastar, ya que centros comerciales, tianguis y comercios del Centro de la ciudad se vieron al tope, pues ni un alma cabía por ahí.
Sobre la pandemia, parece que ahora sí se está saliendo de control, y la gente, por fin, se está tomando con seriedad las advertencias sobre el autocuidado y reglas básicas de higiene, a inferir por lo visto en los módulos de detección de la enfermedad.
En seguridad, ya sabemos que poco —o nada— podemos esperar de las autoridades, pues ya se registró la primera ejecución del año y lamentablemente se esperan varias más, como en el 2021, además de la espeluznante cifra de seis suicidios en sólo 48 horas, por lo que en este escenario las cosas tampoco pintan bien.
Y en cuanto a lo económico… ya no se sabe qué pensar, porque por lo menos en Aguascalientes ya viene la primera amenaza sobre el bolsillo de la ciudadanía: aumento a los pasajes en el transporte urbano, aunque sería un grave error si de entrada no se mejora el servicio, una sentida demanda que traspasa Gobiernos.
Las autoridades no deberían moverle por ese lado, por lo menos no en este momento en que se cierne la temida cuesta de enero, que a veces suele durar meses, ya que por ejemplo, el transporte por medio de plataformas fue carísimo en algunos días y horas, dicen que a causa de la gran demanda, pero que fue prácticamente impagable para un gran sector de la población.
Lo que sí viene es un sustancial aumento a la canasta básica y no tan básica, pues de entrada lo primero que subirá de precio serán los refrescos, las golosinas y las gasolinas, aunque por lo menos en los dos primeros productos la gente ni pío dice, pero con los combustibles la cosa cambia.
Y de ser cierto esta amenaza, se desencadenará una oleada alcista que no todos pueden resistir, pues no olvidemos que aunque poco a poco se regresa a la “normalidad”, hay mucha gente que quedó desempleada a causa de la pandemia, ya que muchos negocios tuvieron que bajar cortinas al no haber movimiento, algo que fue obligado por el confinamiento, aunque se asegura que pase lo que pase con la enfermedad, la economía no se puede detener.
Según las previsiones del Banco de México, la cuesta de enero del 2022 será la mayor en 21 años a causa de la inflación, como se conoce al “impuesto de los pobres”.
De confirmarse esta previsión, este año 2022 no pinta nada bien. Esperemos equivocarnos.