Un aparente incidente vial le habría costado la vida a un bombero apenas este fin de semana; cerrarle el paso a un ex-policía provocó que le diera 4 balazos, y testigo de la tragedia fue la esposa del que osó adelantársele al ex-policía.
Lamentablemente éste no es el único caso con consecuencias que lamentar, porque hará cosa de unos meses que la parranda terminó para unos hombres que también tuvieron un mínimo incidente vial con otros sujetos que estaban armados, fue cuestión de minutos para que la tragedia se consumara.
Esto habla de dos graves problemas que se viven en la actualidad: cualquier persona, esté capacitada o no, tiene acceso a conducir un vehículo, llámese por enfermedad, por nulo control de emociones, por neurosis o simple y sencillamente porque no a cualquiera se le da manejar, por lo que debería estar controlado quien tenga permiso para llevar en sus manos tan alta responsabilidad. El otro punto es la violencia desatada, cualquiera puede tener un arma homicida en las manos y está dispuesto a lo peor, como sucedió con el ex-policía y el bombero.
Un vehículo es una máquina mortal en manos no experimentadas, pero más todavía en personas que no saben controlar su ira, sus nervios o que se sienten superiores a los demás, pues muchos de los incidentes viales ocurren por errores mínimos agrandados por gente que cree tener la razón, y eso no es lo correcto.
Claro que hay de incidentes a incidentes, pues muchos percances ocurren por descuidos, falta de pericia o por cualquier tipo de situaciones, por lo que creemos, como lo mencionamos líneas arriba, que no todos están capacitados para controlarse a sí mismos, menos un auto.
Por ejemplo, con el regreso a clases presenciales volvieron las escenas que todo mundo teme: hombres y mujeres que quieren dejar o recoger a sus niños en las puertas de las escuelas, sin importarles la línea peatonal para los padres de familia que van a pie, provocando embotellamientos y, peor aún, que no les preocupan los alumnos y no pocas veces han estado a punto de provocar una tragedia, además de que al señalarles sus errores actúan como verdaderos patanes insultando a diestra y siniestra, y más allá de la neurosis latente son un peligro, habrá quienes maldigan porque se sienten superiores a los demás, pero esto no demuestra más que una falta de cultura y educación que lamentablemente se transmite a los hijos.
Hace sólo cuestión de días una mujer que evidentemente no salió de su casa con la intención de arrollar a alguien, lo hizo, pero el susto no pasó a mayores, bueno, para ella, porque le habló a su seguro, en cambio el afectado, un humilde hombre, perdió su medio de transporte porque su bicicleta quedó inservible.
Cierto, las condiciones actuales de vialidad enloquecen y desesperan a cualquiera, máxime porque los embotellamientos se sufren por todos los rumbos de la ciudad, pero esto nos obliga, como conductores, a trabajar en el control de las emociones pero principalmente en el manejo del volante, porque conducir un vehículo es una responsabilidad que no a cualquiera se le debe conferir.