México, 18 feb (EFE).- Lenguas como el Náhuatl. Alimentos como los guaxmoles. Danzas como La tigriada. Frente a la amenaza de la globalización y la cultura estadounidense, la región mixteca de los estados mexicanos de Puebla, Guerrero y Oaxaca trata de aferrarse a sus tradiciones culturales y gastronómicas prehispánicas.
La región tiene una gran diversidad multicultural marcada por el uso de lenguas como el Náhuatl, Mixteco, Zapoteco, Tlapaneco, Chinanteco, Mixe, Otomí y Mazahua que lamentablemente se van perdiendo entre otros factores por la alta migración a Estados Unidos.
Obligados a migrar por la pobreza o la inseguridad, la región mixteca va perdiendo identidad, sus tradiciones y costumbres por el impacto de la cultura estadounidense que todo lo permea.
Para mitigarlo, el chef Bryan Ramírez Ramos dedica su proyecto gastronómico a rescatar y promover la comida mixteca para sustituir muchos platillos olvidados y sustituidos por la comida rápida.
Su trabajo se centra en preservar recetas antiguas que han ido de generación en generación en la región mixteca como alimentos a base de maíz, moles, guaxmoles, consomés, quelites y cacao.
«Me gusta rescatar la comida prehispánica como los huehues, relacionado con los Tecuanis, ellos llevan una base de alimentación de maíz, fríjol y calabaza», explica.
La elaboración de máscaras que representan el cansancio y la lucha de los Huehues (Viejos o abuelos) para encontrar al Tecuani (Fiera o animal feroz como el Ocelote, Lobo, Jaguar y el puma) es otra manera de preservar las viejas tradiciones.
Algunas de esas máscaras se utilizan para las festividades del 3 de mayo, día de la cruz, y 15 de mayo, día de San Isidro Labrador «Día de la siembra», en bailes-rituales acompañados por percusiones, flautas y en ocasiones bandas de viento.
En las fiestas patronales participan muchos migrantes con sus hijos en las misas y danzas.
«Hacemos las mismas tradiciones, aquí y allá, para recordarnos que tenemos que regresar y no perder la costumbre de ser Chinanteco», comenta Michael Calixto, hijo de migrantes, radicado en Nueva York y que viene cada año a danzar como Huehue en la feria dedicada a Padre Jesús, el santo patrón de Chinantla, Puebla.
La tarea de los migrantes para transmitir las tradiciones a sus hijos es fundamental para preservar la identidad de los pueblos de origen como el proyecto del «Colectivo Nahuales», que realiza danzas, exposiciones de artes plásticas y obras murales.
Sus primeros trabajos se realizaron en Piaxtla y Chinantla, sin embargo su labor ha trascendido hasta la zona metropolitana con obras en Puebla Capital, San Pedro Cholula y en otros estados como Jalisco y Quintana Roo.
Su fundador es Ulises Ángel Machuca, director de cultura de Chinantla, artista autodidacta y gestor cultural desde hace más de 15 años, que pretende recuperar la identidad frente al desinterés por preservar las costumbres.
«Cuando se involucra un niño involucra a su padre, a su madre, al tío, la tía, a la misma familia, y con eso se agranda un proyecto cultural», explica Machuca.
La gran gama de tradiciones como el Baile de la flor, La danza de los Tecuanis, Doce pares, Las moras, La tigriada, La Tortuga, El pollo, Los vaqueros, El Guajolote, El Parabien, Los Toritos de lumbre, Fuegos pirotécnicos, Ceritas, Mayordomías, La mona y Las Calendas son el elemento de vinculación junto a la gastronomía.
«Reforzar las mismas tradiciones, la danza de los tecuanis, el seguir compartiendo, que toquen los sones más personas, que tengamos más espacios para poder expresarnos con la pintura, el que apoyemos a hacer un mural», asegura Machuca.
La vinculación interinstitucional, entre colectivos, artistas y gestores también ha sido fundamental para elevar el número de presentaciones, las participaciones externas pero del mismo Estado también ayudan a incorporar una red que se teje entre lo más profundo, en el corazón de un país que tiene multicultura, multilengua y una enorme riqueza natural en constante amenaza.
La transmutación de las tradiciones es un hecho que se observa en todo el mundo por la globalización y México trata de fortalecer la raíz del pasado en una región que se resiste a morir, que prevalece con tambores, instrumentos de viento, bebidas, alimento y movimientos que le hablan a la tierra, al agua, al viento y al fuego.