Dulcibella le dijo a Flordelís: «Mi novio me obliga a estar siempre pendiente del reloj». Replicó Flordelís: «El mío es peor. Me obliga a estar siempre pendiente del calendario»… La flamante esposa llevó a su casa un loro que recibió como regalo de bodas de una tía. El desgraciado perico no perdía detalle de los encuentros amorosos de los recién casados, y seguía con atención profunda sus evoluciones y posicionamientos. Hartos de ese incómodo voyeurismo los esposos amenazaron al cotorro: si los seguía espiando lo enviarían al zoológico. Así diciendo taparon con un lienzo la jaula del pajarraco a fin de impedirle la visión. Sucedió que el muchacho iba a salir de viaje y no podía cerrar su maleta por estar demasiado llena. Propuso la esposa: «Déjame ponerme arriba». «No —indicó el marido—. Me pondré arriba yo». Sugirió ella: «Probemos los dos arriba». Oyó aquello el perico, y haciendo a un lado el lienzo exclamó con ansiedad: «¡Zoológico o no zoológico esto no me lo pierdo!»… Me duele la tragedia de Tabasco, y más porque las inundaciones que ahora sufre su gente no son acto de Dios, sino culpa de los hombres. Si en México imperara la legalidad por encima de la complicidad, el torpe y criminal manejo que se ha hecho de las aguas haría que fuera procesado penalmente el titular de la dependencia encargada de la presa que las controla. Las aflicciones que en estos días afrontan los tabasqueños ni siquiera merecen la atención debida por parte del Presidente —su paisano, para colmo—, que tiene otras cosas que hacer. Desastres como éste se abaten sobre los ciudadanos cuando las oficinas públicas se ponen en manos de ineptos, por causa de turbias componendas cuyo trasfondo quizás algún día conoceremos. Eso también es corrupción. La ineptitud se está convirtiendo en el signo característico de la 4T. Lo hemos visto en el ámbito de la seguridad, de la salud, y lo vemos ahora en el caso de Tabasco, donde los damnificados están librados a su suerte, y las poblaciones del Estado —la hermosa capital, entre ellas— se ven amenazadas de ruina por causa de las torpezas y negligencias de la CFE. En estos días Tabasco no es un edén, como ha sido siempre, sino un infierno de agua. A su debido tiempo los tabasqueños denunciarán a los culpables de sus desgracias. El resto de los mexicanos ya tenemos identificado al responsable de las nuestras… Don Cucurulo y don Rugadito fueron a celebrar con sus compañeros y compañeras de generación los 50 años de haberse recibido. Don Cucurulo le dijo tristemente a Rugadito: «Pienso que los organizadores del encuentro nos ven a todos ya muy viejos». Preguntó don Rugadito: «¿Por qué lo dices?». Suspiró don Cucurulo: «Nos pusieron a hombres y mujeres en el mismo cuarto»… El rey Arturo iba a partir a las cruzadas. Le pidió al mago Merlín que diseñara un cinturón de castidad a fin de que en su ausencia ningún hombre se atreviera a acercarse a la virtud de la reina Guinivére. El sabio artífice inventó un dispositivo que tenía en la entrada púas de alambre que causarían daño irreparable a cualquiera que intentara incursionar al interior. Dos años después regresó Arturo. Llamó a los 12 caballeros de la Tabla Redonda y le pidió a Merlín que les hiciera una inspección ocular. Para desolación del rey todos tenían lacerada su parte de varón, menos uno: Lancelot. Lo abrazó Arturo y le dijo conmovido: «Eres un fiel vasallo, espejo de nobleza y flor de castidad. Tu honor y lealtad serán recompensados. Pídeme lo que quieras. Te lo concederé». Pero sir Lancelot, no pudo hablar… (Nota explicativa. Por la emoción, seguramente) FIN.
MIRADOR
La buena gente del Potrero cree más en los muertos que en los vivos.
Si ven una luz rara o escuchan un extraño ruido dicen que es un alma en pena. Lleno de almas en pena debe estar el rancho, pues a cada paso yo veo extrañas luces y escucho ruidos raros.
Me cuentan los vecinos que si un ánima en pena pasa ante un espejo el cristal no la reflejará. Desde que me contaron eso, evito pasar frente al espejo de la sala. Temo que no me refleje. ¿Qué haría entonces?
Don Abundio me dice que si alguna vez me topo con alguna sombra, lo primero que debo hacer es preguntarle si es de este mundo, o del otro.
— Si responde que es del otro, no pase usted cuidado. Preocúpese si le dice que es de éste.
Yo, la verdad, no creo en apariciones. Sin embargo, no me sorprenderé cuando se me aparezca alguna. Lo dijo Shakespeare: hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que jamás alcanzaron a soñar todas nuestras filosofías.
Si te topas conmigo, por favor no me preguntes si soy de este mundo o del otro. No sabría qué contestar.
¡Hasta mañana!…
MANGANITAS
«…Importamos gran parte de nuestros alimentos…».
Noticia tan alarmante
puede verse de otro modo:
México, después de todo,
es un país «importante».