«Nuestra noche de bodas será muy entretenida». Eso le dijo Simpliciano a su novia Dulcibel. Llegada la ocasión ella esperaba toda suerte de delicias conyugales. Con un mohín de coquetería le recordó a su maridito: «Me dijiste que nuestra noche de bodas sería muy entretenida». «Sí —confirmó Simpliciano—. Traje barajas, dados, dominó y un rompecabezas». (Mentecato. Nomás la matatena le faltó)… Un hombre acudió al despacho del Lic. Ántropo y le dijo que quería hacerle una consulta. Le advirtió el abogado: «Cobro 5 mil pesos por dos preguntas». «¡Cinco mil pesos! —exclamó el cliente—. ¿No le parece muy caro?». «No —respondió el Lic. Ántropo—. ¿Cuál es la otra pregunta?»… Don Cucoldo llegó a su casa inesperadamente y sorprendió a su esposa en trance de refocilación adulterina con el repartidor de pizzas. «¡Desgraciado! —le dijo al mozalbete en paroxismo de ira—. ¡Ya te enseñaré a hacerle esto a mi mujer!». «Me servirá de mucho la enseñanza, señor —contestó el boquirrubio—. La verdad es que no tengo mucha experiencia»… La mamá de Pepito notó en él cierta dificultad de movimientos, de modo que lo llevó con un neurólogo. El médico sentó al niño en un banquito y le preguntó: «¿Dónde están los ojos?». Pepito se los señaló. «¿Dónde está la nariz?». Se la indicó el chiquillo. «¿Dónde están las orejas?». Pepito se volvió a su mamá y le dijo: «Vamos con otro doctor, mami. Éste no sabe nada»… Doña Panoplia le contó a su trabajadora doméstica: «Mi marido está teniendo relaciones con su secretaria». «No lo creo, señora —repuso la mucama—. Lo dice usted sólo para darme celos»… Cimbró a Coahuila la noticia publicada por Reforma, mi casa de trabajo en la Ciudad de México, en el sentido de que la Fiscalía General de la República realiza actualmente una investigación por gastos ilegales de más de 400 millones de pesos, presunto delito que se habría cometido durante la administración del ex-gobernador Rubén Moreira. De tiempo atrás se hablaba en el Estado de opacidad en el manejo de los fondos públicos, del súbito enriquecimiento de funcionarios —y funcionarias—, de actos fraudulentos con facturas emitidas por empresas fantasmas. Es una pena que el principal indiciado en el posible ilícito sea Ismael Eugenio Ramos Flores, persona muy cercana al ex-gobernador. Lo digo porque conocí y traté de cerca a su padre y a su abuelo, ambos hombres decentes, íntegros y caballerosos que nunca comprometieron su dignidad ante el poder. Otra investigación se halla pendiente, ésta por 675 millones. La lleva a cabo la Fiscalía Anticorrupción del Estado, que tiene bajo la lupa —así lo dijo la nota de Reforma— a la gestión de Rubén Moreira. Quienes saben del caso dicen que mientras más se le escarbe a este asunto más se le encontrará. Vuelvo a traer a cuento la sentencia popular: «Lo que de noche se hace, de día aparece»… Una chica le comentó a otra: «Empecé a salir con un hombre, y en la segunda cita me pidió sexo». Preguntó la otra: «¿Por qué tan lento?»… Un sujeto relató en el bar: «Yo era un alfeñique de 44 kilos. En la playa un tipo de 80 kilos me echó arena en la cara con el pie delante de mi novia. Me puse a hacer ejercicio en el gimnasio hasta que llegué a pesar 80 kilos. Volví a la playa con mi novia, y un tipo de 120 kilos me echó arena en la cara con el pie»… El padre Arsilio amonestó a Empédocles Etílez, el borrachín del pueblo. «Ten fuerza de voluntad, hijo —lo exhortó—. Ayuda a San Sediceo, el santo patrono de la sobriedad, a que te quite el feo vicio del alcohol». «¡Ah no! —profirió exasperado el tal Empédocles—. ¡Yo no lo ayudo! ¡Que se chingue él solo!»… FIN.
PS. Aun sin conocerlo, aprecio y admiro a Genaro Lozano, compañero de página en los periódicos del Grupo Reforma. Deseo de corazón que pronto salga de los males de alma y cuerpo que trae consigo el virus.
MIRADOR
El califa Ben Azir se enamoró perdidamente de una meretriz. La llevó a su palacio e hizo que todos la sirvieran como a su ama y señora.
Eso le costó su reino. La madre del califa levantó contra él a la corte e hizo que los ministros lo destituyeran. En su lugar nombraron a un hermano suyo.
Ben Azir se vio obligado a huir para salvar la vida. Al verlo sin poder y sin riquezas la meretriz lo abandonó. El califa destronado se vio en la precisión de mendigar un pedazo de pan.
Murió pocos años después. En su última agonía intentaba evocar el rostro de la mujer por la que se perdió. Ni siquiera pudo recordar su nombre.
Pasó el tiempo, y el nuevo califa se enamoró perdidamente de otra meretriz. Sucedió nuevamente lo mismo que con el otro había sucedido: su madre levantó contra él a la corte e hizo que los ministros lo destituyeran. Otro hermano ocupó el trono.
El tiempo pasó.
Ayer el nuevo califa conoció a una meretriz…
¡Hasta mañana!…
MANGANITAS
«… Trump accede a iniciar la entrega del poder…».
Contrariando su costumbre
finalmente se rindió.
Es natural, digo yo.
No hay loco que coma lumbre.