Lady Loosebloomers, la esposa de lord Feebledick, empezó a sentir una cierta debilidad de cuerpo que la preocupó. Consultó el caso con un médico, y del interrogatorio clínico el doctor obtuvo un importante dato: la señora hacía el amor todos los días. «A eso se debe su postración —dictaminó el facultativo—. Se postra usted demasiado. Debe descansar de ese ejercicio por lo menos un día de la semana, digamos el domingo». «Imposible —opuso lady Loosebloomers—. Ése es el día que lo hago con mi esposo»… Empédocles Etílez y Astatrasio Garrajarra, ebrios consuetudinarios, se corrieron aquella noche una de sus acostumbradas farras. Los dos llegaron a sus respectivos domicilios en horas en que el Sol asomaba ya las pompas sobre el horizonte. Al día siguiente los beodos volvieron a reunirse a fin de curarse la cruda, lo cual equivalía a ponerse azumbrados otra vez. En esa ocasión intercambiaron impresiones sobre la forma en que la esposa de cada uno de ellos lo había recibido en la madrugada anterior. Contó Empédocles, apesarado: «Mi mujer estaba furibunda. Me puso como palo de gallinero, jaula de perico, cueva de oso o trepadero de mapaches: hecho un asco». «La mía —dijo Astatrasio— me bañó». «¿Te bañó?» —exclamó sorprendido el otro temulento. «Sí —confirmó Garrajarra—. De mentadas»… Difícil es pronosticar si este año será mejor o peor que el desastrado 20. Sin temor a errar, empero, bien puede asegurarse que para nuestro país será un año complicado. El virus no desaparecerá, eso está claro, antes habrá de amenazarnos con nuevas cepas de mayor letalidad. A mediación del año está programado un proceso electoral que desde ahora se califica como uno de los más importantes y decisivos en la historia política del México moderno. La combinación de esos dos elementos —pandemia y elección— presenta riesgos considerables que desde ahora deben ser evaluados y previstos. A las autoridades de Salud y electorales toca esa tarea que es desaconsejable procrastinar. Interrumpo un momento la escritura para ver qué quiere decir «procrastinar». Diferir, aplazar. Gracias. Parece prematuro pedir eso, pues faltan aún meses para el proceso electoral, pero bueno será ir estudiando el caso desde ahora, a fin de no andar luego tomando medidas a la trompa talega, como se dice al modo popular. (El escribidor deja el teclado. Va a consultar ahora el sentido de esa expresión, ya desusada: «a la trompa talega». Significa hacer algo sin reflexión ni estudio, sino con prisa y desordenadamente. Gracias)… El joven Celerato acudió al gabinete de un terapeuta sexual y le dijo que sufría de eyaculación prematura. (La verdad es que quienes la sufrían eran sus parejas). Preguntó el especialista: «¿En qué momento de la relación termina usted?». Respondió Celerato: «Entre ‘Hola’ y ‘¿Cómo te llamas’?»… Babalucas y su amigo Boborrongo iban en camioneta al monte. Creían haber hallado una mina de metal valioso, y llevaban un cartucho de dinamita a fin de explotar la veta. El explosivo daba botes en el piso de la cabina del vehículo, donde Babalucas lo había puesto. Le dijo su compañero, preocupado: «El cartucho de dinamita puede estallar en cualquier momento». «No hay problema —contestó Babalucas—. En la guantera traigo otro»… Una joven pareja se presentó ante el oficial del Registro Civil. Querían casarse. El funcionario le preguntó al muchacho: «¿Nombre?». Contestó: «Carmelino Patané». El del Registro se volvió a la chica: «¿Y usted?». «Loretela Patané». Quiso saber el oficial: «¿Alguna relación?». Respondió ella: «Bastantes. Y con resultado; por eso venimos a que nos case»… FIN.
MIRADOR
«No podemos hacer cosas grandes, pero podemos hacer con gran amor las cosas pequeñas». La frase es de la Madre Teresa de Calcuta.
De pequeñas cosas está hecha nuestra vida, y más ahora con el confinamiento que la pandemia nos impone.
Si hacemos frente a ese encierro con impaciencia, enojo o frustración, su agobio nos pesará aún más. En cambio, si lo afrontamos con esperanza y optimismo —y con prudencia siempre— nos será más leve.
¿Vemos este tiempo como perdido? Eso quiere decir que lo perderemos irremisiblemente. ¿Lo vemos como oportunidad? Entonces sacaremos de él provecho: oportunidad para acercarnos más a aquéllos con quienes compartimos el gran don de la vida; oportunidad para acercarnos más a nosotros mismos.
Aburrirnos será hacer confesión de nuestra falta de recursos para emplear las horas. Irritarnos será dar a ver nuestra debilidad.
Dejémosle a cada día su afán. Precepto evangélico es ése, y también sabio consejo. Irán pasando los días. Hagamos que pasen bien y con buen fruto.
¡Hasta mañana!…
MANGANITAS
«… En crisis el Futbol mexicano…».
A mí no me extraña nada,
si se juega con los pies,
que el futbol, como lo ves,
ande ahora de la patada.