Un voto por MORENA es un voto contra México. “Barbacoa. / Buen pulquito. / Cito plebe. / Plebiscito”. Así, agasajando al pueblo bueno y sabio con neutle y carne de res, borrego o chivo, el partido oficial se hacía de votos en las elecciones de mediados del pasado siglo. Ahora el Gobierno reparte a diestra y a siniestra dádivas en dinero para crear una clientela electoral que lo haga mantenerse en el poder, y acrecentarlo. Cuando el caudillo de la 4T se desgañita denunciando el reparto de tarjetas, sobre todo por el candidato priísta a gobernador de Nuevo León -reparto, por lo demás, legal-, se olvida de sus propias reparticiones de dinero, que no guardan otro fin que el de ganar elecciones para su partido. López Obrador tiene ojos de lince para ver los que considera yerros de sus adversarios, y ojos de topo para advertir sus propias equivocaciones. Al mismo tiempo se considera absoluto, vale decir absuelto de cumplir las leyes, y exige castigo para sus opositores. Él es el primer obligado a acatar la ley, pero es el primero que la incumple. El próximo 6 de junio tendremos oportunidad de acotar el poder que en modo absolutista y caprichoso ejerce el Presidente. Lo digo una vez más: un voto por MORENA es un voto contra México, lo mismo que un voto por los partidejos que se han vendido al poder central. ¿Por cuál partido votar, entonces? Quedan los tres tradicionales: PAN, PRI o PRD. Estoy consciente de sus enormes deficiencias, de los mayúsculos errores que en el pasado cometieron, de sus innumerables lacras e incontables vicios. Pero de cara a la situación actual, y al ominoso futuro que con AMLO nos aguarda, esos partidos representan el mal menor. Expongo mi pensamiento sin pretensión alguna de imponerlo a nadie. Me limito a señalar el grave riesgo que significa dar a López Obrador la mayoría que busca tener en el Congreso a fin de hacer reformas a la Constitución que favorezcan su ambición de poder y la realización de sus ideas obsoletas y dogmáticas. AMLO no es un demócrata: es un caudillo. Y en nuestro tiempo y en nuestra circunstancia los caudillos son muy peligrosos. Las señoras de la merienda de los jueves se sobresaltaron al oír la declaración de doña Yela. Dijo: “En el trato con mi marido soy un objeto sexual”. Las amigas corearon al unísono: “¿Cómo es posible?”. “Sí -reiteró doña Yela-. Siempre que quiere sexo, objeto”. En un oscuro callejón dos famélicos gatos buscaban desperdicios dentro de los botes de basura. En eso Mickey Mouse pasó caminando por la acera opuesta. De inmediato uno de los micifuces se dispuso a ir tras el ratón. El otro lo detuvo: “No te metas con ése. Parece que es famosillo”. Doña Golondrona le hizo un estremecedor anuncio a su marido: había conocido a un hombre joven y se iba a ir con él. “Pero, Golita -se afligió el señor-. Ante el altar juraste amarme hasta que la muerte nos separara”. “Es cierto -admitió doña Golondrona-. Pero no pensé que ibas a durar tanto”. Don Pancho Pérez y don Abraham Cohen llegaron al mismo tiempo al Cielo. San Pedro les dijo que las calles y avenidas de la morada celestial eran tan vastas que necesitarían un vehículo para trasladarse por ellas. A don Pancho le dio un vochito modelo 74, y a don Abraham un Lamborghini del año. “¿Por qué la diferencia?” -se atufó don Pancho. Le explicó en voz baja el apóstol de las llaves: “Es que él es paisano del patrón”. El doctor Ken Hosanna examinó con una poderosa lupa la entrepierna del furioso paciente. Le dijo: “No me lo explico. Se supone que el medicamento que le prescribí lo único que reduce de tamaño es la próstata”. FIN.
MIRADOR
Variaciones opus 33 sobre el tema de Don Juan.
Cae la tarde. Las aguas del Guadalquivir reflejan la primera estrella que aparece en la bóveda del cielo.
Don Juan evoca los pasados tiempos. Recuerda las palabras con que sedujo a aquella cándida novicia: “¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor?…”.
Con esas frases, y otras más encendidas aún, logró que la doncella se le entregara en cuerpo y alma.
Don Juan se dirige al ventanal del aposento. Desde ahí se mira el jardín del palacio. En él está su hija, sentada en una banca junto a la rosaleda. Un joven galán se ha arrodillado a sus pies y le dice con voz apasionada:
-¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor.
Y lo demás.
¡Hasta mañana!…
MANGANITAS
“…Muchas participantes en el concurso
de Miss Universo estaban operadas…”
¡Caracoles! Yo creía
que aquel evento tan fresa
era sólo de belleza.
Más bien es de cirugía.