“Me siento muy erótico”. Esas sugestivas palabras le dijo el novio a su desposada cuando ingresaron a la suite nupcial donde pasarían su noche de bodas. A la hora de la hora, sin embargo, el nervioso galán no acertaba a encontrar la puerta del anhelado paraíso. Comentó ella, impaciente: “Se me hace que más que andar muy erótico andas muy errático”… Nuestros nobles antepasados tlaxcaltecas nos dieron a los saltillenses dos frutos emblemáticos: el membrillo y el perón. Con ellos las hacendosas mujeres de Saltillo elaboran la sabrosísima cajeta —en otras partes llamada ate—, ornato y gala de la variada y rica gastronomía local. En uno de sus más bellos poemas López Velarde habló de “la carne de luz de los perones cristalinos”. En efecto, cuando muerde uno su pulpa, semejante a una miríada de pequeñísimos espejos, se vuelve un mínimo universo de luz. Precioso fruto es ése, por desgracia ahora en vías de extinción, igual que tantas cosas buenas. Evoco aquí un relato de don Pedro Quintanilla Coffin, excelente alcalde que fue de Monterrey. Era muy joven, y trabajaba en la capital regiomontana. Alguien le ofreció empleo en Saltillo. “¿Cuánto me van a pagar?”. “¿Cuánto gana usted aquí?”. “70 a la semana”. “Allá le pagaremos 100”. Motivado por ese ganancial renunció a su chamba y se mudó a Saltillo. Llegó el día de pago y ante la caja oyó decir su nombre y su salario: “Pedro Quintanilla: 100”. Le pidió al pagador: “Si es tan amable me da mi paga en un billete de 50, dos de 20 y uno de 10”. “¿Cuáles billetes, hombre? —se burló el cajero—. Aquí pagamos con perones”. Y le entregó un costal. Igual se podrían pagar ahora los salarios con limones. Tan caros así se han puesto que los novios que actualmente se casan no brindan con champaña: brindan con limonada. A la prima Celia Rima, versificadora de ocasión, se le ocurrió un travieso epigrama a propósito del anuncio de la venta de citiBanamex. Dice así: “Gracias por la información, / pero comprarlo no espero: / gasté todo mi dinero / en un kilo de limón”. Tal carestía se debe a que muchas de las regiones en que el limón se produce están bajo el poder de las bandas criminales, que extorsionan a los productores, transportistas y comercializadores del fruto, lo cual eleva considerablemente su precio. En esos territorios de la República no gobierna la autoridad: gobiernan los delincuentes. Y no es de extrañar, pues en este sexenio los malosos se han sentido apapachados en vez de sentirse perseguidos (eso se queda para los migrantes). Igual sucede en otras partes del país. Y aun así López Obrador habla de la ingobernabilidad como si fuera algo que todavía no acontece. Él gobierna sólo una fracción del país —probablemente la más grande—, pero el resto se halla dominado por aquéllos para quienes él ha tenido atenciones nadas más. Así andamos… Aquel marido llegó a su casa en completo estado de ebriedad. Habían sonado ya las 2 de la mañana. A duras penas pudo desvestirse y en seguida se desplomó en el lecho y se quedó dormido. Empezaba ya a roncar cuando despertó al sentir extrañas presiones en el vientre, en la región inguinal y en los muslos. Abrió los ojos, encendió la luz, y lo que vio lo dejó estupefacto. He aquí que su esposa, tendida encima de él, le estaba picando —digámoslo así— con un desodorante de ésos de bolita. Con él le daba piquetes en torno de la entrepierna, en las ingles, en la parte de arriba de las piernas, y repetía lo mismo una y otra vez. Antes de que el sujeto pudiera preguntarle la razón de esa extraña conducta le dijo la señora con rencoroso acento: “¡Pa’ que veas lo que se siente, desgraciado!”… FIN.
MIRADOR
La niña de la muñeca dijo:
—Me dan miedo.
La muchacha del abanico lo abrió, lo cerró de nuevo y musitó:
—A mí también.
—Son fantasmas —declaró doña Ignacia de la Peña.
—Sí —confirmó su hermana doña Sixta—.
Almas en pena.
La madre de ambas, doña Luz, recordó la
antigua oración:
—Por las ánimas benditas todos debemos rezar; que las saque Dios de penas y las lleve a descansar.
Don Francisco, el patriarca de la familia,
dio su opinión, terminante:
—No se hable más de ellos. Se irán pronto.
Yo los oía desde un rincón en sombra. Eran los espectros que por la noche aparecen en la casona del Potrero. Estaban hablando de nosotros.
¡Hasta mañana!…
MANGANITAS
“…Numerosos errores en el Tren Maya…”
Al oír eso evoqué
algo que me dijo un viejo:
“Esto parece un espejo
de lo que es la 4T”.