“Antes de hacer el sexo toma medidas”. Ese consejo le dio la mamá de Dulcibel a su hija. “Ay, mami —respondió la linda chica—. No es posible medir antes. Lo que te tocó te tocó”… El padre Arsilio fue a visitar a la señorita Peripalda, catequista. Mucho se sorprendió al ver sobre la mesa de la sala un condón, dispositivo que en argot plebeo se conoce con otras denominaciones: don Prudencio, gabardina, celofán, etcétera. Le preguntó por qué tenía eso ahí. “Oí decir que sirve para evitar enfermedades —explicó la piadosa señorita—, y con esto del Covid…”… Mofeta, la mucama de doña Panoplia, despedía un cierto tufo que desagradaba a su patrona. Le dijo ésta: “Deberías bañarte más seguido, Mofe”. Replicó la fámula: “Señora: me baño todo lo posible”. Sugirió doña Panoplia: “Báñate también lo imposible”… Cada quién es dueño de sus culpas. Las mías son casi todas tan bonitas que las atesoro con cariño. Los hijos no deben pagar las culpas de los padres, aunque éstos tengan que sufrir las consecuencias de las acciones de sus críos. Sobre AMLO ha caído el agua de la alberca de 20 metros de largo que está en la casa donde vive en Houston uno de sus hijos. Las evidencias muestran que el retoño presidencial ha obtenido beneficios derivados de lo que algunos consideran tráfico de influencias. Desde luego eso es caso frecuente en la política. A los hijos de un cierto gobernador de Jalisco la gente les llamaba “Los Papayos”, porque cuando se iba a otorgar algún jugoso contrato de obra pública los muchachos le decían a coro a su progenitor: “Papá, yo”. El Presidente atribuye la buena fortuna de su hijo al dinero de su esposa, explicación que no favorece mucho al interfecto, pues lo hace aparecer como marido que vive bien gracias a los bienes de su mujer. “No somos iguales”, repite una y otra vez López Obrador refiriéndose a sus antecesores, pero en eso de las influencias familiares se están viendo bastante parecidos. Hasta donde sé, por ejemplo, los cargos públicos que ha ocupado Pedro Salmerón, historiador al servicio del Gobierno, y la propuesta para que sea embajador de México en Panamá, no se han debido a la protección de Clío, la musa de la Historia… Un marinero le preguntó a otro: “¿Qué crees que es lo mejor para llevar a una isla desierta?”. Respondió el otro: “Una Biblia”. Declaró el primero: “Yo llevaría a Miss Universo”. Acotó el otro: “No dijiste lo mejor de lo mejor”… El joven Inepcio no era diestro en cosas de erotismo. Nada sabía del arte del foreplay, que es como un sabroso aperitivo antes de disfrutar los manjares de Venus, y menos aún conocía las técnicas del performance con sus incontables y deliciosas variaciones, las cuales hacen de la unión amorosa del hombre y la mujer algo muy diferente de la instintiva cópula del macho y la hembra. Inepcio casó con Pirulina, sabidora fémina para quien el Kama Sutra era algo así como el Álgebra de Baldor para Stephen Hawking. Tras la consumación del matrimonio la desposada comentó: “Pensé que ésta iba a ser la noche de mi vida, y resultó ser la hora del aficionado”… FIN.
MIRADOR
Este hombre está hecho del polvo de la tierra y del agua del cielo.
Todos los hombres estamos hechos con esos materiales.
Pero este hombre es alfarero.
Por tanto sabe más acerca del agua y de la tierra.
Ahora lo veo trabajar.
Ha tomado en sus manos un trozo de barro y en su rueda está dando forma a un búcaro. Después lo pondrá al fuego, que le dará su espíritu, y luego hará que el viento lo acaricie.
Esta obra del alfarero es humilde, como él. Pero en el búcaro se han juntado la tierra, el agua, el aire, el fuego. Eso quiere decir que todos los elementos están en él. Eso quiere decir que en él está todo el universo.
He llevado a mi casa esta obra, al mismo tiempo sencilla y majestuosa. La miro y pienso que Dios es un gran alfarero, y el alfarero un pequeño dios.
¡Hasta mañana!…
MANGANITAS
“…Delfina Gómez, secretaria de Educación, prepara una nueva reforma educativa…”
Se me ocurre un pensamiento
que a concretarse no atina.
La secretaria Delfina
¿nos cobrará el 10 por ciento?