El joven galán fue con su novia al penumbroso y solitario paraje llamado El Ensalivadero. Se pasaron al asiento de atrás del automóvil, y ahí se comprobó la verdad del proverbio que dice: “Abrazos, besos y no llegar a más, eso nunca lo verás”. Hasta el último extremo llegó la parejita en su amoroso arrebato. Consumado el trance ella se echó a llorar, pues había perdido la preciosa gala que las monjas del Colegio de la Reverberación le dijeron debía debía guardar para ofrendarla solamente al hombre a quien daría el dulcísimo título de esposo. “No llores, cielo mío —la consoló el muchacho—. Mañana mismo iré con mis padres a tu casa a pedirte en matrimonio”. Ella enjugó sus lágrimas y declaró: “Entonces podemos hacerlo otra vez”… “Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor. El que tenga esas tres cosas que le dé gracias a Dios”. La canción que con su voz de seda cantaba Juan Arvizu tiene un alto contenido filosófico. Si me es permitido glosarla diré que en la edad juvenil prima el amor. La salud, aunque importante siempre, cobra preeminencia cuando se llega a la vejez. El dinero, en cambio, se necesita desde el principio hasta el final. Es cierto: el dinero no lo es todo. Es, a lo más, el 99.6 por ciento. Del dinero hablan mal únicamente quienes no lo tienen. Los moralistas dicen que el dinero es la raíz de todos los males. Gran calumnia. La raíz de todos los males es la falta de dinero. Cierto hábil abogado sacó de la cárcel a un empresario acusado de fraude al fisco. Lleno de emoción al verse libre el hombre le dijo: “Licenciado: ¿cómo pagarle lo que hizo usted por mí?”. “Querido amigo —replicó el letrado—, desde que los fenicios inventaron el dinero hay respuesta para esa pregunta”. El dinero es bien recibido en todas partes. En una oficina pública el jefe puso un cartel admonitorio: “No ofenda a nuestros empleados dándoles dinero”. Al lado los empleados pusieron una alcancía con este otro letrero: “Las ofensas aquí”. Por falta de dinero el INE no estará en aptitud de instalar todas las casillas que se necesitan para llevar a cabo como se debe la innecesaria consulta sobre la revocación de mandato solicitada por López Obrador. Con eso se acentuará el carácter de farsa de esa votación cuya intencionalidad es sospechosa, cuyo costo será elevado y cuya utilidad habrá de ser absolutamente nula. Hay quienes cuidan los centavos y tiran los pesos. Eso hace AMLO, que por un lado repite su estribillo de la austeridad republicana mientras por el otro tira miles de millones en obras de dudosa viabilidad y en adquisiciones claramente improcedentes. La escasa aptitud en el manejo del dinero aportado por los contribuyentes será una de las notas —desafinadas notas— características de este sexenio. Los cuentos se cuentan poniendo una palabra tras otra. Éste, sin embargo, se narra quitando una palabra tras otra… “Ay, Afrodisio, así no se puede. Ay, Afrodisio, así no sé. Ay, Afrodisio, así no. Ay, Afrodisio, ¡así!… ¡Ay, Afrodisio!… ¡Ay!…”… En la barra del Bar Ahúnda el solitario bebedor exhaló un hondo suspiro y manifestó: “No puede uno vivir con ellas ni sin ellas”. El cantinero confirmó la aseveración del cliente. Le dijo: “Tiene usted razón, amigo. Así son las mujeres”. “No estoy hablando de mujeres —lo corrigió el sujeto—. Me refiero a las tarjetas de crédito”… Evoco aquí a Babalucas, quien creía que fornicar era una tarjeta de crédito. Recuerdo igualmente a Taisia. Alguien le preguntó: “¿Cuál es la diferencia entre fornicar y cometer adulterio?”. “Ninguna —respondió ella, terminante—. Yo he hecho las dos cosas, y se siente exactamente igual”… FIN.
MIRADOR
Dime cómo es el Cielo, Terry, amado perro mío.
Te lo pregunto porque seguramente estás ahí. Si no estás tú en el Cielo entonces tampoco están los ángeles ni Dios.
¿Hay buenos vinos en el Cielo, Terry, y viandas buenas? ¿Hay música y canciones? ¿Hay libros de Dickens y Balzac, de Borges y Alice Munro? ¿Hay películas de Elizabeth Taylor, Sofia Loren y Marilyn Monroe? ¿Hay ajedrez? Y lo más importante: ¿hay en el Cielo amores como los que hay acá en la Tierra?
No me digas que no hay allá nada de eso, porque entonces pensaré que no estás en el Cielo, y eso es imposible. Tuviste la bondad de San Francisco, la paciencia del santo Job, la sabiduría de Tomás de Aquino y el infinito amor del Padre. Con ellos has de estar entonces, pues si no eso querrá decir que algo en el Cielo no funciona bien.
Dime cómo es el Cielo, Terry. Pero aunque no me lo digas, cuando te vea sabré que estoy ahí.
¡Hasta mañana!…
MANGANITAS
“…México necesita más a Panamá
que Panamá a México…”
Ellos tienen el canal,
que es un activo excelente,
y nosotros solamente
el tequila y el mezcal.