Menuda sorpresa se llevó doña Macalota. Regresó de un viaje anticipadamente y halló a don Chinguetas, su marido, refocilándose con la mucama de la casa. Le preguntó, furiosa: “¿Puedes explicar por qué te sorprendo así?”. “Claro que puedo —replicó el casquivano señor—. Traes zapatos con suela suave, y no te oí llegar”… A don Cucurulo le dolía una muela, motivo por el cual acudió a la consulta de un odontólogo. Le dijo éste: “Sin necesidad de extraerle la pieza haré que se olvide usted de su dolor”. Y enseguida le informó el costo de su tratamiento, que igualaba el precio de un automóvil de último modelo. “Es mucho dinero” —objetó don Cucurulo. “Así es —reconoció el profesionista—, pero se olvidará usted para siempre de su dolor de muela. Pregúntele a su amigo don Algón. A él le apliqué el tratamiento, y no se ha vuelto a acordar del problema”. Así lo hizo don Cucurulo. Fue con don Algón y le preguntó si con el tratamiento del odontólogo se había olvidado del dolor de muelas. “Te diré —respondió el interrogado—. El tratamiento me lo aplicó hace un año. La semana pasada mi secretaria abrió un cajón del escritorio. Me acerqué demasiado, y cuando lo cerró violentamente me pescó los testículos con el cajón. Ése es el único instante en que me he olvidado del dolor de muelas”… Las manifestaciones de apoyo que le han sido tributadas por los morenistas muestran que con el asunto de su hijo a López Obrador se le vino, si no el mundo encima, sí por lo menos Houston. Ante la imposibilidad de corregir lo incorregible AMLO da palos de ciego y sordo, aunque ciertamente no de mudo, pues sigue vociferando sus enconos y sus amenazas. Es una pena para México que la pobreza y la ignorancia sean los pilares en que se asienta la fuerza del Presidente. Las expresiones de reprobación que el caso Loret de Mola le ha acarreado no llegan a las bases sobre las cuales el tabasqueño finca su popularidad, y por lo tanto no le restan un ápice de poder. Los ciudadanos conscientes repudian cada vez en mayor medida al Caudillo de la 4T, pero están en absoluta minoría ante un pueblo que no ha tenido acceso a los bienes de la educación, y que así puede ser fácilmente controlado por medio de dádivas, igual que otros sectores, que no son ni pobres ni ignorantes, guardan culpable silencio ante los abusos de poder de López, por los privilegios que de él han recibido y siguen recibiendo. El país se hunde ante nuestros ojos, y no podemos hacer otra cosa más que clamar en el desierto. Violencia intemperante e ilegal contra sus críticos y complacencia total para sus incondicionales son el signo del Jefe Máximo de la 4T. Una desgracia se ha abatido sobre México, desgracia que no alcanzan a encubrir las monótonas y repetitivas peroratas del dueño del poder. Y no se mira el fin de su dominio, que seguramente buscará prolongar por sí o por interpósita persona a falta de una Oposición consistente que le plante cara. La corrupción no ha desaparecido; la pobreza ha aumentado, lo mismo que la inseguridad; la inflación es rampante; la salud de los mexicanos sufre las consecuencias de la ineptitud oficial; la economía nacional peligra. Y lo peor es que todo indica que los males que ahora estamos viendo son menores en comparación con los que podemos llegar a ver en estos años próximos. Pobre México, tan lejos del buen Gobierno y tan cerca del populismo, la demagogia y el absolutismo… La enfermera que le tomó la temperatura al paciente era dueña de busto exuberante y vestía una blusa de escote pronunciado. Le informó al médico: “El señor tiene 39 grados de temperatura”. Dictaminó el facultativo. “Réstele dos a cuenta del escote y lo demás”… FIN.
MIRADOR
El frío no se ha ido del Potrero, pero la lumbre de leña que en el fogón de la cocina arde es como un verano que hubiera llegado anticipadamente.
El grato calorcillo nos hace alargar la charla de la sobremesa. Don Abundio cuenta que cuando él y doña Rosa eran jóvenes, y sus hijos pequeños, su mujer le pedía que tosiera al final de la cena si es que esa noche quería tener juntamiento con ella. Luego añade:
—Y siempre me daba a beber un vaso de agua helada, para que nunca dejara de toser.
Todos reímos, menos doña Rosa. Ella se atufa y dice con enojo:
—Viejo hablador.
Don Abundio figura el signo de la cruz con los dedos índice y pulgar, se lo lleva a los labios y jura:
—Por ésta.
¡Hasta mañana!…
MANGANITAS
“…Aeroméxico anuncia que tendrá
vuelos en el aeropuerto de Santa Lucía…”
Suena sospechoso el caso.
Hay algo que no está bien.
Nos preguntamos a quién
le torcerían el brazo.