“A mi mujer no le gusta el sexo -le contó el recién casado a su papá-. Hasta parece monja”. “Hijo mío -suspiró el señor-, si a esas vamos tu padre está casado con la madre superiora”. La esposa de don Kalentino pasó a mejor vida. En el oficio funerario el viudo sollozaba desgarradoramente: “¡Qué voy a hacer, Dios mío! ¡Qué voy a hacer!”. “No desesperes, hijo -trató de consolarlo el padre Arsilio-. Con el tiempo llegará a ti el bálsamo de la resignación. Entonces podrás rehacer tu vida. Si está en su divina voluntad el Señor te enviará una nueva compañera y.”. “Sí -lo interrumpió don Kalentino-. Pero yo digo qué voy a hacer hoy en la noche”. “¡Corten!” -ordenó el director de cine que dirigía una película porno. A pesar de su orden la actriz y el actor continuaron entregados a la pornográfica acción que los ocupaba. “¡Corten!” -volvió a ordenar el cineasta. Como si se lo hubiera dicho a la pared: el hombre y la mujer siguieron a duro y dale. “¡Ah! -dijo entonces exasperado el director-. Lo mismo de siempre. Pero no podemos esperar a que terminen. Necesitamos que se separen para poder seguir filmando. Échenles otra vez el cubetazo de agua helada”. Una señora le comentó a otra a la que recién había conocido en el retiro espiritual: “¡Cómo me gustaría tener seis hijos!”. Acotó la otra: “¿No te parecen muchos?”. Replicó la señora: “Es que tengo 12”. La esposa de Babalucas sentía una constante picazón en el hemisferio glúteo izquierdo. Acompañada por su marido fue a la consulta de un dermatólogo. El facultativo examinó la mencionada parte y rindió luego su diagnóstico: “Señora: tiene usted una erupción”. Babalucas se puso feliz: “¡Enorgullécete, vieja! ¡Como Pompeya!”. “Estos eran cuatro gatos, cada gato en su rincón. Cada gato ve tres gatos. Adivina cuántos son”. A cuento viene la adivinanza infantil. Alejandro Gertz Manero, turbio fiscal de la República, sostuvo con uno de sus subalternos un diálogo telefónico en el cual usó profusión de vocablos tabernarios que no se oyen ni siquiera en la Cámara de Diputados. Ahí habló de un asunto judicial en el cual tiene personalísimo interés. De la grabación que ocultamente se hizo se desprende que Gertz tuvo contactos con ministros de la Suprema Corte, a algunos de los cuales atrajo a su causa. Dice en esa grabación: “Tenemos a tres o cuatro ministros”. Igual podría decir que tiene a tres o cuatro gatos, o a tres o cuatro perros. En este asunto, que tantas aristas sospechosas muestra, la Corte, que de Suprema ha ido resbalando a ínfima, aparece no como alto tribunal independiente y libre al servicio de la justicia, sino como dócil instrumento a disposición del régimen y de sus capitostes para lo que gusten ustedes mandar. La podre de la corrupción está asomando por la 4T, y AMLO no la advierte, o finge no mirarla, y no sólo da su apoyo a quienes hacen violencia a la ley y a lo que debe ser la moral pública, sino además los reviste de piropos de la cabeza a los pies. ¿Responsables de los problemas actuales? Los gobiernos pasados, desde luego, según repite en su monótona y ya irritante cantaleta. Va a resultar que los culpables de lo acontecido en el Estadio de La Corregidora fueron don Manuel Ávila Camacho y don Adolfo Ruiz Cortines. En el caso de Gertz Manero son evidentes el tráfico de influencias y el conflicto de interés. Tan burdo manipuleo de las instituciones de la República también es corrupción, más nociva aún que la del robo de dineros. Pero López Obrador sigue pidiendo en sus funcionarios un 90 por ciento de lealtad, aunque sólo tengan un 10 por ciento de capacidad. Estos eran cuatro gatos. FIN.
MIRADOR
Ayer madrugaron los pájaros madrugadores.
Yo amo a estas avecillas que se juntan en torno del viejo álamo cuando apenas va a salir a trabajar el Sol. Cantan antes que el gallo, y sin su estrepitosa vanidad. Son humildes incluso en su plumaje: gris. y en el pecho un leve tono de amarillo que apenas se percibe.
No me molesta que los madrugadores me despierten tan temprano; más bien les doy las gracias por ser mi reloj despertador. Por ellos tengo tiempo de disfrutar el primer café de la mañana cuando aún no hay nadie en la cocina y cuando la claridad no ha disipado la penumbra en que los muebles de los aposentos duermen todavía.
Voy a la ventana y miro el revolar de los ingrávidos pajarillos. También la vida viene a verlos. Con ella despierta el mundo: le da pena que los madrugadores ya hayan madrugado y él no. La casa se despereza. En silencio doy gracias al dueño de los días, porque
sin merecerlo yo me ha regalado uno
sin estrenar.
¡Hasta mañana!…
MANGANITAS
“…Futbol…”
Lejos de fobias y filias,
al deporte futbolero
hay que colgarle un letrero:
“No apto para familias”.