En los próximos días contaré una serie de vitandos chascarrillos. Aun sin conocerlos la Pía Sociedad de Sociedades Pías objetó la publicación de todos esos cuentos. Razonó doña Tebaida Tridua, presidenta Ad Vitam Interina de la asociación: “Si previamente conocemos los relatos a lo mejor no hallamos motivo para prohibirlos”. Por su parte la Liga de la Decencia negó su venia para difundirlos por considerarlos “abominables y merecedores de toda execración”. Mis cuatro lectores podrán leer los dichos relatos y formarse su propio concepto en cuanto al valor histórico, literario, filosófico y político de las narraciones… Un hombre joven se registró en cierto club de nudistas y pasó una semana ahí. Una amiga suya que había estado antes en el club le dijo: “¿Verdad que el primer día fue el más duro?”. Respondió extrañado el otro: “¿Por qué me hablas de usted?”. (No le entendí)… Hamponito, el hijo del narco de la esquina, llegó a su casa conduciendo un autobús del transporte urbano. “¿Qué haces con ese autobús, Hamponito?” -le preguntó asombrada su mamá. Explicó Hamponito: “Tú me dijiste que para regresar de la escuela a la casa tomara un autobús”… Celiberia Sinvarón, madura señorita soltera, llevó a su casa a un boy scout, muchacho guapo, musculoso y en plena eclosión hormonal. Ahí le dijo con insinuante voz: “Y ahora, joven escultista, voy a decirte cuál va a ser tu buena obra del día”… Numerosas ciudades de México afrontan por estos días problemas graves de falta de agua. Las autoridades municipales se ven con frecuencia en la precisión de racionar el líquido, lo cual trae consigo molestias para los habitantes de esas poblaciones, y el consiguiente enojo de los ciudadanos. Para colmo en la mayoría de las ocasiones los estados y los municipios carecen de recursos para emprender obras que aminoren el problema, pues el régimen de la 4T ha hecho recortes de consideración a sus presupuestos debido a que ya saben ustedes quién necesita dinero tanto para sufragar el creciente costo de sus obras, faraónicas y muy posiblemente inútiles, como para seguir manteniendo a su profusa clientela electoral mediante dádivas que le aseguran una popularidad con pies de barro y el voto por alguna de sus corcholatas en la elección presidencial del 24. El problema de la falta de agua, obviamente, no es exclusivo de nuestro país. Mis viajes me han permitido observar que otras naciones lo sufren en igual o mayor medida. Hay futurólogos pesimistas que aseguran que la Tercera Guerra Mundial no será por cuestiones de economía o de política, sino por la disputa de ese recurso que hace que el agua sea llamada “el vital líquido”. Mientras se hace realidad o no ese ominoso augurio pensemos en el agua como algo que podrá faltarnos algún día, y procuremos cuidarla. Eso de estarse 5 minutos o más bajo la ducha; eso de regar el jardín todos los días hasta casi inundarlo; eso de lavar el coche a manguerazos, son prácticas reprobables que debemos abandonar por elemental instinto de conservación. Cuidar el agua es cuidar de nosotros mismos. El rey Pedipe Segundo tenía un grave problema de alcoholismo. Ya empezaba a ver unicornios de color de rosa. En sus borracheras lo acompañaba su Primer Ministro, hombre servil y adulador. Cierto día, en un banquete real, el monarca bebió de tal manera que cayó al suelo privado de sentido. “Eso es lo que me gusta de Su Majestad -dijo el Primer Ministro a los comensales-. Siempre sabe cuándo debe dejar de beber”… El marido llamó por teléfono a su esposa. Le preguntó de buenas a primeras: “Qué te parecería una semana de amor en Cancún?”. Respondió ella: “¡Encantada! ¿Quién habla?”. FIN.
MIRADOR
Hay en el cementerio de Ábrego una tumba. Quienes saben oír lo que las tumbas dicen escuchan en esa tumba estas palabras:
“… Ahora que miro con ojos que todo pueden ver sé dónde está el oro que buscan los hombres en la tierra, conozco la residencia del diamante y las grutas en donde esplenden las más preciosas piedras. Bien podría decir a mis amigos el camino para llegar a esos tesoros. Pero sé que en verdad no son tesoros: son inerte materia, metal, piedras… Tesoros son aquellos que ni siquiera juzgamos riqueza en nuestra vida: el afecto de quienes viven con nosotros; el trato con los amigos buenos; los sencillos goces que trae consigo cada día… La vida es el tesoro… Si no sabes vivirla en el amor y el bien perderás el tesoro mayor, el más valioso”…
Eso dice la tumba del cementerio de Ábrego. Su voz no es escuchada: los hombres andan ocupados en buscar inerte materia, metal, piedras.
¡Hasta mañana!
MANGANITAS
“…Renunciaron policías y poco después empezó
a actuar una banda de secuestradores…”
No quiero ser informal
pero pregunto en conciencia
si fue pura coincidencia
o caso de vida real.