En todos lados se cuecen habas, dice el dicho, y para muestra, un botón: el decretazo del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ordenó que se blindaran todos sus megaproyectos por cuestiones de “seguridad nacional”.
El pretexto, es el que siempre esgrime: es para asegurar que las obras se cumplan en tiempo y forma, para que los adversarios no tengan ninguna oportunidad de echar atrás los proyectos; y es que el mandatario siempre recurre a su discurso de que todos lo quieren atacar.
El problema de este decreto, que muchos ven como una imposición y una manera de asegurar la secrecía sobre lo que se gasta, cómo se gasta, a quién se le compra y todo lo que se genera alrededor de una obra de estas magnitudes, como el Tren Maya, el nuevo aeropuerto, la refinería de Dos Bocas, el Tren Transístmico y la modernización de hidroeléctricas de la CFE, es que se podrán ejecutar sin rendirle cuentas absolutamente a nadie.
En general, todas las obras que se realicen en los sectores de comunicaciones, telecomunicaciones, aduanero, fronterizo, hidráulico, hídrico, medio ambiente, turístico, salud, vías férreas, ferrocarriles en todas sus modalidades, energético, puertos y aeropuertos, estarán blindadas por tiempo indefinido.
Pero esto no es novedad, y si la memoria no falla, no es la primera vez que un mandatario en turno blinda sus obras, por distintos motivos, pero a lo largo del tiempo la verdad siempre sale a la luz, aunque esto no guste.
En esta ocasión, esta decisión levantó ámpula y son muchas las voces que la cuestionan, sobre todo viniendo del Presidente, que un día sí y al otro también, se declara en contra de la corrupción… sí, pero la de los demás, pues no ve la que hay en su círculo inmediato y que todo mundo sí ve, pero no él.
Aunque aquí no cantamos mal las rancheras, ya que lo que está haciendo el gobernador también viene a inquietar a la sociedad, pues sin decreto, se sabe que el Gobierno del Estado ha invertido una millonada para extender el camino a la casa del mandatario, pues en el último año, el famoso “Año de Hidalgo”, con dinero del erario se han expropiado terrenos para ampliar la avenida Guadalupe González y que supuestamente las obras que ahí se realizarán beneficiarán a los vecinos de los residenciales de los alrededores donde, obviamente, está la residencia del gobernante local.
Acciones como ésta encienden a la sociedad, que es la que resiente que las cosas no están bien, que hacen falta inversiones en casi todos los sectores, no nada más en el de turismo, que sí se ha visto beneficiado con la cantidad de eventos realizados en últimas fechas y que se ve como un abierto desafío a todas las normas, pues no podemos perder de vista que vivimos aún en medio de una pandemia.
En fin, lo que hizo el Presidente no es nuevo, sí legal, pero no bien visto por una sociedad que ya está cansada de ver cómo el beneficio es sólo para unos cuantos, mientras muchísima gente en México vive en condiciones de vulnerabilidad económica y hasta alimentaria. La sociedad se está hartando, cuidado.