Más de treinta civiles, entre ellos mujeres y niños, murieron en las últimas semanas en bombardeos aéreos atribuidos a las fuerzas armadas malienses en sus operaciones contra los grupos yihadistas, según denunciaron activistas de la sociedad civil y fuentes locales.
Uno de los ataques, ocurrido en la noche del viernes pasado, causó 14 muertos y 8 heridos cuando el Ejército maliense bombardeó una escuela tradicional religiosa donde estaban jóvenes talibés que estaban estudiando en el pueblo de Douna, en la localidad de Mondoro, en el centro de Mali, según informaron fuentes locales.
Según las mismas fuentes, se trata de «un error» del Ejército maliense que atacó el lugar al pensar que presuntos terroristas, que estaban persiguiendo, se refugiaron en él.
Otro ataque ocurrió en la noche del 17 de marzo en la localidad de Amarsakad, en la región norteña de Gao, causó la muerte de 13 personas, entre ellos niños y mujeres, denunciaron varias fuentes de la sociedad civil.
Y el 18 de marzo, cuatro personas murieron en un ataque en el pueblo Tin, en la región norteña de Kidal y otro civil más en Tombuctú, en el norte del país, según denunció la asociación local Kal Akal.
Fuentes de la sociedad civil aseguraron que estos ataques fueron llevados a cabo por drones. El portavoz del grupo de rebeldes del norte CSP-PSD, Mohamed Elmaouloud Ramadane, aseguró a EFE que «todas estas masacres fueron perpetradas con aviones no tripulados que adquirieron los golpistas de Turquía», país al que responsabiliza de estos ataques.
Mali vive una profunda crisis política y de seguridad desde 2012, cuando grupos rebeldes y yihadistas se hicieron con el control del norte del país.
Una situación que se degradó aún más después de los dos golpes de Estado que se produjeron en agosto de 2020 y mayo de 2021 y del retorno de las hostilidades en los últimos meses entre el Ejército y los secesionistas del norte del país.