México, 3 dic (EFE).- Gabriela Urbina tenía 31 años cuando le diagnosticaron esclerosis múltiple (EM). «Hoy tomo un antidepresivo todas las noches. Al principio lo tomé a juego, pero después comprendí que la enfermedad avanza y que es discapacitante», dijo la joven a Efe.
En septiembre de 2018, luego de casi nueve meses de haber visitado por primera vez al médico general, un neurólogo le dio el diagnóstico de esclerosis múltiple a Gabriela, quien aseguró que todo empezó «con entumecimiento de la pierna izquierda».
La paciente, que hoy tiene 32 años, aseguró que recibir este diagnóstico es muy duro a nivel emocional: «Es un proceso de pérdida; al final perdí salud y la posibilidad de hacer varias cosas».
«Pero tengo la bendición de caminar, aunque sea con bastón, y soy independiente», añadió.
Durante el Primer Foro «Conectando mentes» para pacientes con EM, celebrado este martes en Ciudad de México, Gabriela relató que su primer crisis la sufrió hace un año, luego de estar sometida a un fuerte estrés laboral porque trabajaba largas jornadas que comenzaban a las 6 de la mañana y concluían a las 11 de la noche.
Estuvo hospitalizada durante varios días después de sentir en un brazo descargas eléctricas que finalizaron con la imposibilidad de sostener cualquier cosa.
A partir de este brote pudo cambiar de área de trabajo y contar con un jefe más empático que le permite laborar algunos días desde casa y ausentarse si tiene alguna recaída.
Sin embargo, no todos los casos son iguales. Samantha Beatriz Morales Camarena perdió temporalmente la vista, el habla y la capacidad de escribir a los 22 años, justo un mes después de concluir la universidad.
Así supo que padecía esclerosis múltiple, detalló en el marco del Día Mundial de la Personas con Discapacidad, que se conmemora el 3 de diciembre.
Desde entonces y durante 18 años tuvo «una calidad de vida maravillosa, trabajaba, tenía amigos, todo era normal», hasta que hace un año sufrió un nuevo brote que la dejó incapacitada para seguir laborando.
Fue debido al estrés al que estaba sometida y a las largas horas que tenía que estar parada en la tienda departamental donde trabajaba y ya no pudo ejercer su profesión tras perder el habla y la vista durante un tiempo.
«Tenía mucho estrés, la líder de mi equipo influyó mucho. Yo era muy feliz en el trabajo pero un día me dejaron parada bastante tiempo y además tuve que caminar mucho para poder llegar al Metro y eso me afectó mucho», relató a Efe Samantha, quien ahora se apoya de un bastón.
Antes de llegar al Metro sintió un dolor excesivo en una pierna, que no la pudo sostener más y terminó con la nariz rota. Como secuela perdió la fuerza del tobillo izquierdo y hace un mes tuvo otra caída.
Samantha enfatizó que aunque llega a tener días muy tristes, intenta hacer todo lo que puede por sí misma. A sus 41 años está pensionada y dijo que le gusta acudir a las reuniones con otros pacientes de EM «porque si me quedo llorando en mi casa no me ayuda nada».
Es optimista de sobre su vida y acepta que «así nos tocó vivir».
La esclerosis múltiple es una enfermedad inflamatoria, crónica, autoinmune, degenerativa e incapacitante que afecta a cerca de 2,5 millones de personas en México, acotó la doctora Brenda Bertado Cortés.
La coordinadora de la Clínica de Esclerosis Múltiple en el Centro Médico Nacional Siglo XXI agregó que es la primera causa de discapacidad no traumática en adultos jóvenes.
Esta enfermedad, explicó, tiene una predisposición genética -aunque no es hereditaria-, está relacionada con la falta de vitamina D por exposición al sol y el consumo de tabaco.
Por su parte, la doctora Gloria de Lourdes Llamosa G. Velázquez, vicepresidenta de la Sociedad Mexicana de Neurología de Psiquiatría, puntualizó que este padecimiento afecta más a las mujeres que a los hombres en una relación 2 a 1 y es poco común en la edad pediátrica.
Los signos de alerta pueden ser diversos, desde pérdida de la visión, disminución motriz, pérdida de control de esfínteres, fatiga, entumecimiento y sensación de choques eléctricos. Por ello, la especialista recomendó acudir al especialista para poder recibir un diagnóstico certero.