Seis horas bastaron para que millones de personas alrededor del mundo vivieran momentos de auténtico terror por la caída de Facebook, WhatsApp e Instagram.
Fueron las horas más largas de incertidumbre, de cuestionamientos, pues, por ejemplo, aquí en Aguascalientes, como suponemos que ocurrió en el resto del mundo, los primeros momentos fueron de duda, nadie sabía qué estaba pasando y no pocos reiniciaron sus aparatos porque pensaron que era un problema de comunicación, tal vez de falta de datos o quizá la caída de la red, cosa que no es nueva, aunque no por tanto tiempo ni a nivel mundial.
Dicen los enterados que este suceso provocó que Mark Zuckerberg, programador y empresario estadounidense, uno de los creadores y fundadores de Facebook, perdiera miles de millones de dólares y que las acciones de sus empresas rozaron el suelo, pero obviamente no fue el único que experimentó daños, pues muchos de los negocios funcionan a través de aplicaciones, por lo que se perdieron citas, entregas, convenios, en fin, las afectaciones seguramente serán incalculables por este desastre tecnológico.
Conforme pasaban las horas fueron surgiendo las primeras versiones, alimentadas por el morbo, con tramas de intriga y corrupción, pues justo este desastre ocurrió cuando una ex-empleada de Facebook hizo revelaciones sobre las corruptelas que se viven dentro del conglomerado, y lo peor es que desnuda la forma en que los creadores de Instagram reconocen que esta aplicación es dañina para las adolescentes y aun así no ponen filtros.
La queja concreta es que las mujeres jóvenes se ven afectadas por lo que se publica en estas aplicaciones y que hacen que se sientan vulneradas en su imagen corporal, porque no distinguen lo que es real y lo que no, sólo quieren seguir estereotipos de belleza que muchas veces son trucados.
Además, la mujer, que ayer dio la cara en público, denunció que los cambios de algoritmos realizados por la empresa en 2018 habrían empeorado el entorno en estas plataformas volviéndolo más negativo y promoviendo la confrontación entre los usuarios con el contenido.
Pero esto no es culpa sólo de la empresa que creó estas aplicaciones, sino de su uso indiscriminado, pues incluso entre los más jóvenes dicen que si no estás en ‘Insta’ no existes, lo cual es una rotunda mentira, y para muestra un botón: mientras millones de usuarios se desgarraban las vestiduras por no poder usar sus aplicaciones, otros tantos ni se enteraron, pues tienen una vida ocupada por otras obligaciones.
El desastre tecnológico de ayer sólo nos demuestra cuánto dependemos de la tecnología, nos movemos a su ritmo queramos o no, y en algún punto esto deja de ser sano, pues estamos clavados en los aparatos, casi siempre en el celular, pendientes de lo que ocurre en su pantalla, y dejamos pasar lo que sucede a nuestro alrededor.
En fin, este negocio multimillonario en los últimos años se ha afianzado entre el común de la población, pues ¿quién no cuenta con estas aplicaciones? Ya son menos los que no las utilizan que quienes sí lo hacen, pero tal vez valdría la pena regresar a las viejas formas de contacto, como el teléfono, y así disfrutar, aunque suene utópico, de un momento de paz sin tener que estar atados a los nuevos sistemas de comunicación.