México, 11 ago (EFE).- Los medicamentos caducos representan un problema sanitario y ambiental, por lo que es necesario que sean desechados de manera controlada. Sin embargo, en México se estima que solo 30 % de estos productos se desecha de manera correcta, explicó un experto.
«Desafortunadamente hace falta conciencia de la gente para deshacerse de las medicinas que ya están caducas de una manera correcta», dijo a Efe José Antonio Aedo, director general del Sistema Nacional de Gestión de Residuos De Envases y Medicamentos (Singrem).
El directivo señaló que se estima que en México se generan unas 2.000 toneladas anuales de estos productos, pero solo entre 25 % y 30 % de ellas se recolecta para ser destruido adecuadamente.
Aedo explicó que los riesgos de tirar a la basura las medicinas debe entenderse desde tres puntos de vista: el de salud, el ambiental y el de comercio ilegal.
Detalló que cuando los fármacos caducos terminan en la basura, muchas veces suelen ser recolectados por personas que se dedican a revenderlos en el mercado negro, lo que pone en riesgo a las personas que los compran y los consumen.
«En mercados callejeros (tianguis) la gente puede encontrar el medicamento que necesita, sin receta y a un buen precio, lo que hace más atractiva esta oferta», manifestó Aedo.
De acuerdo con datos de la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica (Canifarma), en México alrededor de 8 millones de personas consumen medicamentos apócrifos («piratas»).
La mayoría de estos productos ya están caducos y otros son robados, por lo que pueden representar un riesgo para quien los consume ya que pierden su efecto.
El problema, comentó Aedo, es que al ser medicamentos para enfermedades crónicas, si una persona lo consume y no tiene el efecto que necesita, puede tener complicaciones y poner en riesgo su vida.
De acuerdo con el especialista, entre los medicamentos que más se desechan y se revenden están los utilizados para la presión arterial, analgésicos, metformina (utilizada para el tratamiento de la diabetes) y los antigripales.
Según sus reportes, los estados en donde más se consumen este tipo de medicamentos son Jalisco, Michoacán, Puebla, Nuevo León y Ciudad de México
En tanto, la Unión Nacional de Empresarios de Farmacias (Unefarm) estima que el mercado de medicamentos tiene un valor de 200.000 millones de pesos (10.305 millones de dólares) y de ese total el 9 % está representado por los fármacos que se comercializan de forma indebida.
De acuerdo con Juvenal Becerra, presidente de la Unefarm, se estima que uno de cada diez medicamentos que se consumen en el país se compra en el mercado negro.
Anteriormente, era común encontrar estos productos en tianguis y puestos callejeros, pero el negocio ha dado un vuelco gracias a las redes sociales.
De hecho, según datos de la Cofepris, dicho organismo ha cerrado poco más de 5.500 cuentas de redes sociales y páginas de internet que ofrecían venta ilegal de fármacos.
En cuanto a lo ambiental, Aedo explica que no desechar correctamente los medicamentos conlleva un impacto ambiental «ya que mucha gente suele tirar las pastillas al inodoro y eso contamina el agua que llega a ríos y lagunas», aseguró.
Ante este panorama, el Sistema Nacional de Gestión se ha dado a la tarea de recolectar estos medicamentos desde hace 10 años y ya ha logrado un total de 3.500 toneladas en una década.
La empresa cuenta con unos 5.000 contenedores repartidos farmacias de distintos puntos del país donde las personas depositan estos fármacos.
Luego de ello, son recogidos en bolsas especializadas, las cuales se sellan y pesan en presencia de personal de la farmacia, y esas bolsas son llevadas a alguno de los 17 almacenes que tiene la empresa.
Cuando se junta la cantidad necesaria, se transportan a plantas de destrucción donde son sometidas a destrucción por calor a 1.500 grados centígrados, con lo que quedan reducidas a cenizas y son inocuos para la salud.
Aedo señaló que es importante que la gente tome conciencia de los riesgos que representa no deshacerse de los medicamentos de manera adecuada.
«Que tomen en cuenta que es un riesgo no solo para su salud, sino para el medioambiente y la economía», finalizó.