México, 13 nov (EFE).- Hace tres décadas pocos habrían imaginado que la diabetes, una enfermedad de la que apenas se hablaba, se convertiría en una emergencia epidemiológica en México que cobra la vida de 80.000 personas al año.
«Hoy, esta es una epidemia preocupante. En los últimos años se ha visto un incremento exponencial y cada año muchos mueren en México por complicaciones relacionadas con diabetes», asegura a Efe el doctor Valentín Sánchez.
Hace 30 años, reconocen especialistas, esta era una enfermedad considerada rara que afectaba principalmente a población con predisposición genética.
La diabetes es una enfermedad que afecta al mundo entero, pero actualmente México es el noveno país con más número de diabéticos y se estima que, de seguir la tendencia, ascenderá al séptimo sitio para 2025.
Basta revisar las cifras. En 1993 se estimaba que 3,6 % de los mexicanos tenían diabetes tipo 2. Para 2000 la proporción ascendió a 5,8 %, a 7 % en 2006 y a 9,4 % en 2016, según cifras de la Secretaría de Salud.
Las causas de este padecimiento son diversas y van desde la mala alimentación, el sedentarismo, factores genéticos o socioeconómicos y, principalmente, el sobrepeso y la obesidad, refiere el doctor Héctor Ochoa coordinador del Departamento de Salud de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur).
Cuando a Lucía, quien prefirió no dar su nombre real, le llegó el diagnóstico de diabetes, la enfermedad apenas se conocía en el pueblo de Tuxpanguillo, comunidad ubicada a unos 20 kilómetros de la ciudad de Orizaba, en el estado de Veracruz, entidad que ocupa el primer lugar nacional respecto al porcentaje de habitantes con diabetes.
Recuerda que fue hace unos 15 o 20 años y entonces padecía una obesidad que le había dejado su último embarazo. «No se cuida uno, porque nunca imaginas que te puede pasar», asegura.
Sobre todo, dice, porque en ese entonces el pueblo tenía una alimentación basada en frijoles, maíz, chayotes, quelites y alimentos que se cultivaban en la comunidad.
Lucía recuerda que cuando se comenzó a pavimentar el pueblo, se empezó a tener mayor acceso a alimentos enlatados, embotellados, refrescos y alimentos procesados.
Alejandro Calvillo, director de la organización El Poder del Consumidor, asegura que existe una clara relación entre las tasas de diabetes y de obesidad y los cambios en la alimentación, especialmente en el consumo de bebidas azucaradas.
«Es una sustitución de nuestros alimentos. A cualquier rincón del país que vayas te encuentras una tiendita con productos de refresqueras, pastelillos, y muchas veces no tienen acceso a alimentos que antes había en mercados locales», afirma.
Es quizá por ello que muchas personas se vuelven diabéticas antes de los 50 años.
«Hay cambio en los patrones alimentarios. La dieta rica en alimentos tradicionales que se cultivaban en la milpa, verduras y frutas, ha cambiado con la industrialización y urbanización», comenta el doctor Ochoa.
El especialista afirma que la migración es también un problema ya que las personas que van de los pueblos a las ciudades «empiezan a consumir una dieta rica en grasas y a ganar peso, grasa abdominal; hay obesidad y una comorbilidad de la obesidad es la diabetes».
Lucía reconoce que a la par que se introducían en el pueblo alimentos «chatarra», también lo hacía la diabetes.
De acuerdo con el doctor Sánchez, lo más lamentable es que debido a la falta de revisiones médicas constantes, existen muchas personas que padecen diabetes sin saberlo.
«EXPLOSIÓN BRUTAL»
El especialista dice que en los últimos 30 años ha habido una «explosión brutal» de la enfermedad y, en los últimos seis al menos 500.000 mexicanos han muerto por complicaciones asociadas a la diabetes.
El problema se agudiza, detalla el doctor Ochoa, debido a que el acceso a los servicios de salud es limitado en muchas zonas los hospitales no tienen las herramientas necesarias para diagnosticar la enfermedad.
Es por ello que al paciente debe realizarse exámenes por fuera, lo que impide que se actúe a tiempo y propicia que empiecen a presentarse las complicaciones, las cuales son alarmantes.
En México es la principal causa de muerte en general y la primera de mortalidad por infarto al miocardio, de ceguera, de amputaciones, de trasplante renal y de impotencia sexual, así como la segunda causa de consulta externa en la población adulta.
Para tratar su enfermedad, Lucía utiliza insulina; sin embargo, no sabe bien cómo están sus niveles de glucosa ya que no se automonitorea y tampoco realiza ningún tipo de ejercicio y no se alimenta adecuadamente.
Aunque lo tiene prohibido, reconoce que cuando asiste a fiestas, generalmente unas cinco veces por mes, consume refrescos y pastel, casi no come verduras y todos los días desayuna y cena pan y café, además de otros alimentos.
«Me dicen que debo alimentarme bien, pero es complicado», reconoce.
Los especialistas aseguran que, de no atenderse la diabetes, cambiar la dieta, promover el ejercicio y mejorar el estilo de vida, los mexicanos parecen seguir condenados a sufrir esta enfermedad.
«No hay soluciones mágicas pero hay que trabajar en la educación de la población, mejorar los servicios de salud y controlar la venta de alimentos ‘chatarra'», concluye Ochoa.