A José Marmolejos le bastó conectar la pelota para saber que acababa de dar el batazo que fulminaría la sequía sufrida por el equipo más ganador en la historia de la Liga Mexicana de Beisbol.
Apenas se jugaba la parte alta de la primera entrada, pero el inicialista de los Diablos Rojos del México estaba perfectamente consciente de que su cuadrangular por el jardín derecho era el golpe que aniquilaría a unos Sultanes de Monterrey que honraron como nunca su apodo no oficial.
Porque fueron unos Fantasmas Grises que deambularon desde el segundo juego en la Serie del Rey, cuando los nuevos campeones los aplastaron 17-0.
El vuelacercas de Marmolejos, quien se llevó por delante a Franklin Barreto y Robinson Canó, encaminó a los Diablos Rojos a una nueva victoria (4-2) en el estadio Mobil Super, cuyas butacas lucieron semivacías, reflejo de la resignación de la afición regiomontana.
Una década después, el México recuperó el trono del circuito veraniego, y lo hizo con la autoridad del equipo que marcó la pauta durante la temporada regular.
Barrida en la Serie del Rey, apenas justa para lo visto sobre el diamante. Los Sultanes llegaron a hilar 29 entradas sin anotar, vergonzoso para cualquier novena, más en una batalla por el título.
Anemia provocada por los brazos escarlata. El de anoche fue del estadounidense Brooks Hall, quien lanzó una gema durante siete innings. De hecho, le rompieron el juego perfecto hasta el sexto.
Dominio total por parte de la novena que apostó por astros como Canó y Trevor Bauer para por fin conseguir su título número 17. Misión cumplida.
Eso explicó la emoción tras el out 27. Los Diablos Rojos caminaron al borde de la cornisa en la Serie de Campeonato de la Zona Sur frente a los Guerreros de Oaxaca, pero mantuvieron el equilibrio y tomaron el oxígeno para jugar una Serie del Rey como lo que son: el equipo más grande en la Liga Mexicana de Beisbol.